Amor

Amor

Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante del recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Te estoy llamando
amor
como al destino
como al sueño
a la paz
te estoy llamando
con la voz
con el cuerpo
con la vida
con todo lo que tengo
y que no tengo
con desesperación
con sed
con llanto
como si fueras aire
y yo me ahogara
como si fueras luz
y me muriera.
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.

Idea Vilariño (1920-2009, Uruguay), Poesía completa, Ed. Lumen, 2016

Esta mañana supe…

Esta mañana supe
mi extraña rendición a tus palabras,
mi irrevocable voluntad de náufrago
de sílabas,
de filóloga ahorcada en complementos
directos o indirectos
pero tuyos.

Esta mañana supe
que me visto en tus verbos,
desayuno tu nombre
y me quedo perdida, como tonta,
si me encuentro algún “no”
camino de la tarde,
camino de la noche.

Esta mañana supe
que muy frecuentemente
me vuelvo monosílabo
de sombra
agarrado al tobillo de tus frases,
que muy frecuentemente
quisiera ser prendida en tu nevera
como “nota importante”.

Esta mañana comprendí, aturdida.
Esta mañana supe, por fin vi
que me confundo en viento
cuando gritas mi nombre
y que basta un susurro,
un susurro de nada,
para dormirme en ti.

Vanessa Pérez-Sauquillo (1978, España), Estrellas por la alfombra (Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal 2001), Ed. Hiperión, 2001

Me sobra la poesía

ME SOBRA LA POESÍA

Me sobró el resto
desde el primer beso.

Amor,
a mí desde que estás
me sobra amor por los cuatro puntos cardinales
de este país que no quería ser conquistado
y acabó enamorado de tu bandera.
Se me han roto las brújulas
y ahora mire donde mire
solo
estás
tú,
y un trozo de mar conjugado en futuro
y un beso en cada ola de tu marea
y varias frases cosidas a tu frente
para que leas poesía cada vez que te mires al espejo.

De igual manera
que me sobran las manos cuando no estás
y tengo demasiados latidos
para tan poco pecho
—aunque me hayas
hecho el corazón más grande que la pena—,
del mismo modo
que mis pies pierden el ritmo
cuando no van a tu casa
—el aire solo se mueve
cuando tú bailas—
y el cartero me pregunte por ti
de tanto escribirle tu nombre…

De igual manera,
me sobran las formas
y las excusas
y las palabras,
me sobra hasta el silencio
y el eco de las estaciones,
me sobra el pasado
y la tristeza
y los poemas,
me sobra la ciudad
y los enamorados que cabalgan sobre ella,
me sobran las mentiras
—menos esas que consiguen
que te quedes un ratito más—,
me sobran todos los besos llenos de tinta
y todas las palabras manchadas de saliva,
me sobra tu casa
y la mía
y las noches que duran días,
me sobra esta bendita paz
y esta ausencia de ruidos
que me has regalado,
me sobran mis dedos
y mis sueños
y mis dedos que te sueñan
y mis sueños con tus dedos,
me sobra el miedo
y los callejones
y la luz,
me sobran las huellas
porque me sobra el camino.

Desde que estás
me sobra todo lo que tengo
—me sobra hasta lo que no tengo—
porque tú me das todo.

Mi vida,
desde que estás tú
lo único que me falta
es la muerte.

Y no la echo de menos.

Elvira Sastre (1992, Segovia, España); Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, Ed. Lapsus Calami, 2014

Soneto

Soneto

En un soneto cabe cualquier cosa:
la tarde del revés, la golondrina
que asoló con sus alas mi oficina,
y el humo, convertido en mariposa.

Le cabe la certeza luminosa
del rayo que ni cesa ni fulmina.
Le cabe la soberbia gongorina
que urdió en la noche el nombre de la rosa.

Si abarcará universos literales,
campos, espigas, lunas, mares, montes,
que, por caber, le caben catedrales

y lirios que resumen horizontes.
¿Y dices que no cabe el amor nuestro?
Si me das un papel, te lo demuestro.

Laura Campmany (1962, Madrid, España); Del amor o del agua, Ed. Bitácora, 1993 (Premio de Poesía Feria del Libro de Madrid en 1992)

Testigo de excepción

Testigo de excepción

A Maribel y Ana

Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.

Francisca Aguirre (1930- 2019, Alicante, España); Mujeres de carne y verso: Antología poética femenina en lengua española del siglo XX Ed. La esfera de los libros, 2002

Reclamación

Reclamación

Me hablas como si fuera yo quien decidiese.
Como si mi existencia
junco en llamas
tuviera algún poder sobre la realidad.
Mi humilde voluntad no suma más
que otro grano de arena en la alta duna.

Piensa un minuto en mi insignificancia.
¿He decidido que hoy sea el vértice del tiempo
como de agua es el río y de idea la palabra?
No me culpes del curso de la naturaleza.
Como tú, soy su fruto. A su pulso me debo.

Te olvidé ya hace tiempo.
No hay nada que añadir
aunque el lenguaje apenas aclare los finales.
Es inútil culparme y más aún pretender
que un recuerdo caliente igual que un cuerpo.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Matria, Ed. Visor, 2018

Nimiedades

NIMIEDADES

Tu luz era fuente de gozo aquellos días.
No importaba más
la piel dura de las sombras,
ni el rasgado sol de aquel otoño incipiente
impedía aún el rojo de la tarde.

Entonces era más joven y escribí
poemas remilgados. Inventé para ti paisajes tiernos
y la esperanza
de aquel que desconoce,
iluminaba mi rostro y transformaba el presente
en un futuro favorable.

Quisiera ahora, sin embargo, nimiedades.
Verte dudar junto al estante de los yogures,
mirarte hervir las patatas,
sacudir de tu hombro las gotas
algún día en que, al salir del cine,
nos sorprendiese la lluvia y su fragancia.

María Paz Otero (1995, Madrid, España); Nimiedades. Ed. Hiperión, 2021. Ganadora del III Premio de Poesía Joven Tino Barriuso.

Nadie está solo

Nadie está sólo

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan solo por amar
la libertad.

—Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?

Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio.

—¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el suyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?

Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

José Agustín Goytisolo (1928- 1999, Barcelona, España); José Agustín Goytisolo – Obra completa; Ed. Lumen, 2011.

Sé que no debo

Sé que no debo
esperar la sonrisa de la vida encerrada
entre cuatro paredes de sucios sinsabores.
Que el camino se talla en la distancia
de un fracaso a un fracaso,
en la entrega insensata, en cada vencimiento.
Sé que cuando anochece
la luz de las estrellas multiplica el instante
y los ojos reflejan
derrotas de metal, túneles de caricias,
y no hay música gris poniendo un fondo intenso
que llene las muñecas del pulso de la sangre.
Saber no es suficiente,
hace falta la savia,
la voz del corazón descubriendo certezas,
arrancándole al trote persistente del tiempo
el beso resignado, la palabra admitida,
el nuevo resplandor del amor convocado.

Pilar Blanco (1959, León, España); Vocabulario íntimo (1997), extraído de Con la cal en los dedos. Antología (1982-2010), Diputación de León, 2012.