Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

amor (Página 4 de 19)

Stella matutina

Stella matutina

“Ad noctis hujus caliginem destruendam indeficiens
     perseveret”.
                                      Pregón pascual

Pues mañana
no se abrirá en mi puerta la mañana,
ni acudirán tus pasos al filo de mi sueño,
ni se desprenderán de los ojales dóciles
botones nacarados,
ni indagará la prisa de tus dedos
más allá del embozo, pues mañana
no habrá en mi boca labios,
ramillete de menta, buenos días.
Ni mejilla adentrándose en mi escote,
ni llamas enroscándose en mis pechos,
ni presurosos besos, en tropel, por el alba,
ni tus brazos.
Pues en vano, mañana,
el metálico brillo de la última estrella
prorrogará su aviso en el cielo aún blanco.
Tú no vendrás mañana a despertarme

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Yesterday, Ed. Torremozas, 2000

El beso

El beso

Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente
por estirar sus márgenes y unirlos
al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada

con el rumor sagrado de la vida.
Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.

No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
de que estamos creados.

Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.
Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.

Raquel Lanseros (1973, España), Antología del beso. Poesía última española, Ed. Mitad Doble, 2009

Boceto de sombras

Boceto de sombras

Hoy ha debido ser viernes en todas partes.
Varios ángeles han ido resbalando
a las aceras desde los tejados.
El viernes no es un día, sino un tiempo compuesto
subjuntivo, futuro, plural, pluscuamperfecto.
Un puesto de aduana en la frontera
que separa a los vivos de los supervivientes.
Ha debido ser viernes
y tú no estás conmigo.
Pero tu ausencia está
Avanzando viscosa como un pesado dique.

Tu alma está en todas partes, sonámbula, celeste,
decidida a vagar ingrávida en mí
emergiendo de todo, henchida de las cosas
retornando a la nada, ese sinónimo
de una noche de viernes y una cama vacía.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Croniria, Ed. Hiperión, 2009. Extraído de Sombras Di-versas. Diecisiete poetas españolas actuales (1970-1991); Ed. Vaso Roto, 2017

El río no medita su cauce

El río no medita su cauce

Va la corriente al encuentro de su desembocadura,
nadie puede apagar su voz cuando se aleja.
Los labios dicen al viento en su cascada
que algún enigma a veces se desnuda en tus poros,
pero la ausencia no quiere
descifrar su emblema en un solo abrazo.

Aún escribo tu nombre con prisa
en las paredes del sueño,
y aunque la lluvia se empeñe otra vez en borrarlo,
queda el poso que el tiempo
no ha visto entre las grietas.

El fuego no piensa en la ceniza.
El camino no sabe del viajero.
La noche desconoce que siempre huye del día.
La distancia no pregunta dónde está el horizonte.

Amalia Iglesias (1962, Palencia, España), Dados y dudas, Ed. Pre-Textos, 1996

Más razones para la escritura

Más razones para la escritura

Qué inmensa la tristeza de un cuerpo que has amado,
qué abandono tan cruel su peso entre las sábanas
señalando inequívoco las ausencias futuras:
la muerte, el desamor, la enfermedad, el tiempo.
Perfecto en su belleza de un instante. Inasible.
No hay modo
de retenerlo así. Ni las palabras
podrían suspender esa condena
de la fugacidad: escribe y calla.
Que un verso lo sostenga en el vacío,
que milagrosamente se eternice
cuanto vas a perder.
No es suficiente
que hayas amado mucho y hasta el fondo.
Antes de que la luz se apague, escribe.
Escribe, escribe, simplemente escribe.

Josefa Parra (1965, Cádiz, España); La hora azul, Ed. Visor, 2007. Extraído de (TRAS)LÚCIDAS. Poesía escrita por mujeres (1980-2016), Bartleby Editores, 2016

Un viejo poema para un año nuevo

Un viejo poema para un año nuevo

Otro año que se va. Los tantos que se fueron
nos dejaron un verbo repetido
con significados diferentes
y el mapa de un tesoro que no está en ningún mapa,
conversaciones lentas y el silencio,
y luces que se apagan y sombras que se encienden,
y el vagar de alma en pena por el alma
de lo que no supimos expresar.

Otro año, mi vida. Y nosotros buscando
la llave que nos cierre la puerta del pasado
para estar en el tiempo,
que nunca es el ayer sino el enigma,
que nunca es regresar sino perderse.

Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 25 de febrero de 1960), La misma luna, 2006

Paisaje con figuras

Paisaje con figuras

Para Francisco Brines

El frío va más allá de nuestra mirada.
No habla de sí. Llega. Delimita la tierra.
El frío es un cuadro de Goya
en el que nunca habrá refugio,
sobre el que siempre soplará el viento
y ni siquiera las piedras podrán cobijarse.
Es una mirada cerca de la muerte.
Es como no tener tu cuerpo,
es hacerse pedazos.
Es este abandono en el corazón,
que cae la tarde sola, sin resquicios,
y no hay palabras, ni ingenio, ni siquiera tormenta.
El frío es no amar. Acudir a tus ojos y no hallarlos.
Apenas tiene color. No sabe a nada.
Se pega a los miembros, al alma, a la corteza de Dios.
El hombre que sabe del frío intenta quitarse sus cristales.
La mujer, descalza, desnuda sobre el suelo húmedo
cuando el frío está ya dentro. No se ven.
Y cerca de la muerte, el frío es su mirada.

Esther Muntañola (1973, Madrid, España); En favor del aire, LF ediciones, El Árbol Espiral, 2003

Helado de chocolate

Helado de chocolate

Hay cosas que no tienen sentido como ir
a recitales donde todo se escucha mal. Ves a los músicos
flacos y con el pelo grasoso bailando y moviendo sus pelvis.
Ir a esas cosas en vivo me parecía medio tonto pero
me llené de calor viendo al cantante este fin de semana.
Eso era lo que tendría que haber sentido a los 15
con los chicos o a los 21, también. Los deseos de besar
alguien bonito y dibujarle ochos o infinitos en la espalda.
En un cuento de terror dos fans se comen los restos
de su músico favorito. Los fanáticos me parecen
la evolución negativa de la especie humana.
Es como que toda su potencia física llega al extremo
con los gritos, saliva, sudor, el cuerpo en éxtasis
pero la mente apagada. Nunca supe
cuál cantante me gustaba o cuál era mi canción favorita.
Pero me encanta decir que el chocolate
no me gusta y que mi gusto favorito de helado
es el de chocolate. Es igual a cuando te gusta
mucho una persona y te hace daño, entonces,
consumís todo lo que la rodea tipo los amigos
y sus bares o cafés pero odias cruzártela
o que te cuenten cosas de ella. La idea es vivir
cerca pero no encima.
Conocer cuando va a llover no es lo mismo
que salir con paraguas.

Sofía de la Vega (1993, Argentina), La idea es vivir cerca, pero no encima, Ed. Liliputienses, 2019.

El momento que más amo

El momento que más amo

El momento que más amo
es la escena final en que te quedas
sonriendo, sin rencor,
ante la dicha inalcanzable.
El momento que más amo
es cuando dices a la joven ciega
¿”Ya puedes ver?” y ella descubre
en el tacto de tu mano al mendigo,
al caballero, a su benefactor desconocido.
De pronto, es como si te quisieras
ir, pero, al cabo, no te vas,
y ella te pide como perdón
con los ojos, y tú le devuelves
la mirada, aceptándote en tu real
miseria, los dos retirándose y quedándose
a la vez, cristalinamente mirándose
en una breve, interminable, doble piedad,
ese increíble dúo de amor,
esa pena de no amarte que tú
–el infeliz— tan delicadamente
sonriendo, consuelas.

Fina García Marruz (1923, Cuba), Catedral sumergida: poesía cubana contemporánea escrita por mujeres, Ed. Letras Cubanas, 2013

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