Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

amor (Página 5 de 19)

Tablón de anuncios

Tablón de anuncios

Ya sé que éste es un libro que habla de ti y de mi;
que aquí no hay sitio
para la usura,
el hambre,
los desahucios,
el miedo,
que ser feliz no es cerrar los ojos
ni las sábanas son lo opuesto a las banderas.

Pero mira esa gente sin trabajo,
el dolor,
la injusticia,
las guerras,
el expolio,
la opresión,
el cinismo,
los pactos de silencio…
Mira cómo funciona
el negocio de la desigualdad:
para que sigan llenas algunas cajas fuertes,
tiene que haber millones de neveras vacías.

Ya sé que este es un libro de amor,
pero sus páginas
están abiertas para los que sufren,
para los ilegales,
para los desterrados,
para esos cuyo único problema
es que no tienen nada que sumar.

Les ofrezco mi voz para que nunca olviden
que ningún muro se alza ni se derriba sólo,
que juntar los pedazos de las promesas rotas
no les va a rescatar de la mentira.

Aquí tienen mis manos.

Si la verdad quisiera ser contada
pongo este poema a su disposición.

Benjamín Prado (1961, Madrid, España); Ya no es tarde, Ed. Visor, 2014

Modo de empleo

Modo de empleo

Estuve al borde del cinismo.
Afilé mis palabras,
cultivé alusiones,
desgrané tristezas.
Casi pensé
que era importante un gesto impenetrable
y hacer como si el dolor fuera asunto de risa.

Pero no.

Hay que acariciarse los ojos.

También nosotros necesitamos amor para ser valientes.

Laura Casielles (1986, Asturias, España) Los idiomas comunes, Ed. Hiperión, 2010 (Este libro ganó el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal y el Premio de Poesía Joven Miguel Hernández en 2011)

La mujer herida

La mujer herida 

Solamente si alguna vez amaste
               con uñas y con dientes
                sin red
                 sin salvavidas
aciertes a entender el vértigo insondable
que se extiende a los pies del desengaño.

Ella creyó encontrar la fuente del principio
cuando lo conoció, en medio de la tierra,
                  sin más escudo que su piel de hombre
          bruñida por el sol igual que el oro viejo.

Lo amó sin precipicios ni preguntas
tiernamente, en silencio
   con esa gratitud voluptuosa
      que provoca la lluvia en primavera.

Todo era tan sencillo.

Los versos inflamados de poetas infinitos
parecían seguirla a todas partes
   como si el corazón se hubiera convertido
                                en un fiel animal domesticado.

Porque no existe nada que perdure
una noche aprendió, como tantos lo hicieran
antes y después de ella,
que el amor es un río con cataratas propias
                                                  y remansos ajenos
que siempre desemboca en el océano.

Míralo de este modo: la vida te ha enseñado
siguiendo su costumbre de incansable maestra
   cómo el alma dibuja
       serenas cicatrices sobre viejas heridas.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Los ojos de la niebla, Ed. Visor, 2008

No sabe nombrar las cosas

Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante del recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Idea Vilariño

No sabe nombrar las cosas

Destejo cada noche el telar
en movimientos similares
al abrazo de un contorno
que está borrando el tiempo.

No quiere nombrar las cosas.

Yo hilo mil palabras a puntadas,
revelo con vocales la pena,
con consonantes los besos
que no conocen ya su destino.

No puede nombrar las cosas.

Nos separan incontables pasos
que ya por fin se descubren,
no son los kilómetros la razón:
nuestras diferencias son insalvables.

Clara C. Scribá (1992, Madrid, España); Ya no, Ed. Huerga & Fierro, 2018

Carta de presentación

Carta de presentación

Mi razón de ser es sencilla:
no tengo sangre ni ademanes de princesa
tan sólo una ventana detrás de mi almohada
por donde miro el mundo
y un tesauro de reliquias léxicas
cuyos conceptos desembocan en la hondura de tu nombre.

Desconozco la magia de la lengua de oc
no llego a las alturas de la gaya ciencia
no abrigo artificios de dolce stil nuovo
pero de cuando en cuando garabateo versos
cifro el signáculo de la abeja que izan abril y mayo.

Me consumen ciertas patologías de luna amarga
pueriles lloriqueos de cierva herida
pero a menudo me ronda una sonrisa tibia
y trato, con más amor que rudimentos,
de hacerle frente a las hienas que me impiden el camino.

Salgo a tu encuentro y vuelo,
no pido prestadas las alas a un ángel
no preciso alondras, clavileños ni pegasos
distingo el signo de tus huellas en los mapas del aire.

Me gusta el regaliz si lo imagino en tu boca
prefiero la monja alférez a barbarella
creo en la fotosíntesis más que en los juramentos
me pone triste asomarme al catalejo de mis días
y divisar tu ausencia en los huecos del alba.

No he visto maravillas más allá de este cuarto
pero pensar en ti me calma el desasosiego
tú eres el mandala que interpreta mi esperanza
y en fin, te amo, no encuentro más referencias.

Te amo son todas mis credenciales.
Cuanto siento es cuanto tengo

no hay más cera.

Tina Suárez Rojas (1971, Las Palmas de Gran Canaria, España), Las cosas no tienen mamá, Ediciones Idea, 2008

Ella

Ella

Es misteriosa como el tiempo y el mercurio,
delirante y exacta, álgebra y fuego.
Cuando nadie la espera, coronada de escarcha
baja tarareando con pies maravillosos
por entre los helechos. Muchos enamorados
consagraron su vida a llamarla, elevaron
laboriosos palacios para ella
y no condescendió ni a una mirada.
No sirve para nada y son millones
los que viven por ella. Cuando piensas
que prefiere los locos y vagabundos, pasa
del brazo de un ministro o Mr. Eliot.
Es papeles manchados de tinta y es el mundo
con hogueras y robles, despedidas, los Andes,
la luna azul y Concha Valladares. Su rostro
constantemente cambia, inconstante. Y no cambia.
Bécquer la confundió con el Amor
y es una forma de no ser feliz.

Miguel d’Ors (1946, A Coruña, España), La música extremada, Ed. Renacimiento, 1991

La realidad y el deseo

La realidad y el deseo

a Luis Cernuda

La realidad, sí, la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

Olga Orozco (1920-1999, Argentina), Antología poética. Ediciones Cultura Hispánica, 1985

Hipótesis científica

Hipótesis científica 

Nada dice acerca del amor
la hipótesis biológica
de que se trata de una reacción química. 

No tengo ningún inconveniente en admitir
que te aman mis jugos interiores
que tu ausencia me intoxica la sangre de negra bilis
que al contemplarte
sube la tasa de mi monóxido de carbono
y los linfocitos se reproducen alocadamente. 

Si me pongo lírica
y se me traba la lengua
¿cómo no reconocer que alteras mi metabolismo basal
y entorpeces mis digestiones? 

Mis narinas tiemblan
aumenta la presión de la sangre
enrojezco y me altero
o sudo y palidezco.

Mi amor es gutural e instintivo
como el celo de los animales,
cualquier metáfora que erija
como un vestido sobre la epidermis
será artificio. 

Y sin embargo
cuando te hablo
evoco leyendas antiguas:
Tristán, Iseo, la cruel Turandot,
Dido, la enamorada, y la indiferente Helena
se amontonan en mi boca, viajan
en ríos blancos de saliva. 

Hipótesis científica
o cultura
lo mismo da:
mis vísceras no distinguen
aman, sin preguntarse qué es el amor.

Cristina Peri Rossi (1941, Uruguay), Otra vez eros, Ed. Lumen , 1994

Como si fuese necesario

Como si fuese necesario

Ahí estás vos
con esa necesidad de pertenecer a algo
y no a alguien.
Te miro desnudo
y veo que me sobra
el mundo que a vos te falta
usamos el sexo como herramienta de duración
y después ¿qué?
Cosas que no me importaría olvidar.
 Puede que el amor llegue, después
Pasamos el momento en que el cuerpo
empieza a tener memoria:
uno de los dos volvía de un viaje y
nos abrazábamos callados en el sillón
un rato largo, no era necesario decir nada
los cuerpos se movían solos
los besos y el ir corriendo al cuarto
el pan con manteca,
después, el anecdotario de vivencias,
después, los abrazos torpes, después
el sueño interrumpido, después
los días por venir,
después, el dolor también,
después.

Una sola regla
No enamorarse.
Lo sabíamos y jugábamos
a creer en otra cosa. La irrealidad
también se mide
en los excesos de la casa:
cigarrillos en el piso,
botellas vacías sobre la mesa,
resistir una semana
con tres horas de sueño.
Todavía no lavo las sábanas.
«El amor llegará con maletas»
me había dicho el I Ching.

Nurit Kasztelan, (Buenos Aires, 1982) Después. Ed. Liliputienses, 2019.

Uno besa

VIII

Uno besa,
y en el beso se confiesa.

Calcula daños,
y reflexiona si será error o acierto,
sobrepasa la distancia de seguridad,
mordisquea la duda
de si en el pacto de labios está vendiendo promesas.

Entra en el circuito del engranaje mental
mezclando ilusión y miedo,
fuego y hielo,
caigo, me levanto, caigo, ruedo.

Pero uno besa,
y en el beso se confiesa
que si es error o acierto,
no importa.

El tiempo está abierto a propuestas y en algún momento paras,
pienso hacerme el muerto
para ver si disparas
o me besas de nuevo.

Loreto Sesma (1996, Zaragoza, España); Alzar el duelo, Ed. Visor, 2018. XXXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla.

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