Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

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El amor

El amor

Como el viento que encuentra
una rendija
y se cuela en la habitación
y lo desordena todo
libros
facturas
poemas
así llega
en la vida
el amor.

Nada es igual a partir de entonces,
ese caos
es la felicidad.

Pero un día habrá que recoger.

Suerte si no te toca a ti.

Karmelo C. Iribarren (1959, San Sebastián, España); Seguro que esta historia te suena. Poesía Completa, (1985-2012); Ed. Renacimiento, 2012.

Cuéntamelo otra vez

Cuéntamelo otra vez

Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.

Amalia Bautista (1962, Madrid, España), Cuéntamelo otra vez, Ed. La Veleta, 1999. Extraído de Poesía española. 1900-2010, Castalia Ediciones, 2012

Voy a trabajar

Voy a trabajar, y todo está recién llovido.
Las fuentes, los semáforos se estrenan.
Hoy voy a trabajar y pienso
en la jornada de laboralidad que se avecina.
También en qué haré más tarde,
que necesito hacer algunas compras,
que debo telefonear, o que ha llovido…
A ti prefiero pensarte por las noches.
Te reservo un ángulo en la esfera,
te dilato y demoro todo el día,
porque después, ya sin ruidos
de taxis, ventas, mecanografía,
apareces nítido e intacto,
despejado de cansancio.

N.A. Grimaldi (1985, Madrid, España); Café con leche, por favor, Entrelíneas Editores, 2010

Carne del mar tensa y desnuda

Carne del mar tensa y desnuda,
violenta sombra de nácar oscuro,
hacia el verano tiendes tu lamento,
oh carne de muerte latiendo inmensa
bajo mi corazón embravecido de amor.
Hacia ti los tibios suspiros del alba,
hacia ti los jóvenes miembros adolescentes,
hacia ti los brazos marineros,
la hojarasca poderosa del sueño,
ese semblante cóncavo del miedo,
el horizonte de sal que no te siente
cuando estrechas un pecho maduro,
carne del verano, luz recogida
en este temblor de muslos tensos,
en estos pálpitos en que respira el mundo,
fulgor instantáneo de isla,
en ti se concreta la noche
cuando te apaciguas y derramas,
cuando emites tu tierno gemido de ave
en tu lejanía de plata y algas.
Por ti yo sabría de la muerte
y de sus pechos sonámbulos,
por ti, oh mar,
yo sabría del Eterno,
del suspiro de un dios
que hubiera posado en mi vientre
su espléndida desolación de música quebrada.

Isabel Rosselló (1950, La Coruña, España), Las diosas blancas. Antología de la joven poesía española escrita por mujeres, Edición de Ramón Buenaventura, Ed. Hiperión, 1985

Denominación de origen: extranjero

Denominación de origen: extranjero

La patria es estar lejos de la patria,
una nostalgia de la infancia en noches
en que te sientes viejo, una nostalgia
que sube a tu garganta como el agrio
sabor del vino en las resacas duras.

La patria es un estado: pero de ánimo;
un viejo invernadero de pasiones.
La patria es la familia: ese lugar
en el que dan paella los domingos.

Una patria es la lengua en la que sueñas,
y el patio del colegio donde un día
bajo una lámina de cielo oscuro
decidiste escapar por vez primera.

Mi patria está en el cuerpo de Patricia:
mi himno es su gemido, mi bandera
su desnudez de doce de la noche
a ocho de la mañana, tras la ducha
mi patria va al trabajo, yo me exilio.

Juan Bonilla (1966, Cádiz, España); Hecho en falta (Poesía reunida), Ed. Visor, 2014

Un cielo empeñado en hacer de nosotros su último milagro

Un cielo empeñado en hacer de nosotros su último milagro

Quisiera escribir un poema de amor que no sea torpe,
que se mantenga erguido hasta el amanecer,
y al que no le importe
la vergüenza del desnudo.

Que nombre la exactitud de mi ingravidez
con el empeño con el que se cree en dios
antes de que la cordura toque a rebato.

Pero probablemente no lo haré,
porque al igual que tú,
mis párpados viven exiliados
y la voz se refugia en la trinchera
justo a dos interrogantes del suicidio.

Y pensar que me resulta tan fácil
amarte con los ojos,
quedarme recostada en el incendio de una nube
y no perder detalle
de todas las promesas que se le escapan a un cielo
empeñado en hacer de nosotros su último milagro.

Aunque la mayoría de veces,
la palabra se limita
a reflejar por cada uno de sus octaedros,
un facetado diferente del náufrago,
y descubro de repente,
que no es tu lengua si no arena
lo que me llena la boca.

 Marian Raméntol (1966, Barcelona, España); La escritura plural. 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura. Antología actual de poesía española, Ed. Ars poetica, 2019

Por septiembre

Por septiembre…

Por septiembre
se te llenan de sótanos los labios
y es relativo el cielo
después de haberte visto preguntarle a la vida.
Pero también el cielo,
arrugado y preciso
como tu cazadora adolescente,
quiere estar entreabierto,
brillar recién amado,
descansando en la hierba
el peso de su larga cabellera de nubes.

Por septiembre
se te llenan de humo los síes en la boca.

Luis García Montero (Granada, 1958); Diario cómplice, Ed. Hiperión, 1987

Lo que pudo haber sido

Lo que pudo haber sido

¿Dónde vives cuando no te pienso?
En los cuadernos.
En los bares de tapas de las calles del sur.
En las fachadas de las catedrales.
En las casualidades.
En lo que fue, en lo que pudo haber sido.
Hoy es fin de semana, pero parece una mazmorra.
Hazme un hueco en tu domingo, en el mío hace frío.

Nerea Delgado (1993, Valencia, España); Los pájaros sabrán, Ed. Valparaíso, 2018

El Olvido

El Olvido

Recorro mi cuerpo abierto,
a medio vaciar, de arriba abajo.
Curiosa, interrogante:
dónde, dónde.
Sé de hormonas que sirven para todo:
para enfrentar peligros,
para hacerse más alta,
para gozar de buenas digestiones,
para ofrecer cruenta resistencia a invasores,
para partir las células como si fuesen pan
y hasta para soñar cuando llega el momento.

Sin embargo, nada de eso me sirve.
Yo rebusco en mí misma en pos de algo:
un órgano, un fluido, una maldita glándula
del sistema endocrino
que libere la hormona del olvido
en grandes cantidades:
Quiero verme parada en el buzón
observando tu nombre en una carta
con el ceño fruncido
y preguntando: ¿Quién diablos sería…?

Por ahora El Olvido es sólo un restaurante
donde juntos degustamos mis despojos.

Care Santos (1970, Barcelona, España); Disección, Ed. Torremozas, 2007

No conozco unos ojos más limpios

No conozco unos ojos más limpios
que los tuyos. Estás en ellos
y a la vez están
las cosas que tú ves
como las ves: el pájaro
no el vuelo. Y siempre te sorprendes
si te digo
las cosas que se dicen
los que aman. Me miras
y me enseñas
que el cuerpo del amor
-como tus ojos-
no precisa
palabras. Que es
-como tus ojos-

transparente.

Ada Salas (1965, Cáceres, España), Lugar de la derrota, Ed. Hiperión, 2003

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