Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

identidad

Miradme bien

Miradme bien 

Yo no soy esa que conocéis,
que conocemos.
Que habla, discute, va, viene:
se queja, dice “sí”, “no”,
y a veces enloquece por cosas pasajeras.

No, no he sido nunca esa y, sin embargo,
he peinado con gracia sus cabellos.
He vestido su cuerpo, he sonreído,
he dicho “esto me gusta”;
y he sufrido por penas tan de ella…

Hoy mismo,
¡qué sorpresa al mirarme las manos!

Sus manos, su cintura,
y esos ojos donde luchan a un tiempo la burla y la tristeza.
Qué extraño y complicado…
O acaso tan sencillo que no puede explicarse.

YO quisiera fundirme en el río de la vida
y arqueando los brazos crear puentes,
unir orillas;
sentir vuestras pisadas en desfile compacto.

No sonriáis: ya sé que soy mujer.

Sólo podré tenderos puentes de esperanza,
de sonrisas, de amor;
puentes donde acunaros.

Concha Lagos (1907, Córdoba- 2007, Madrid, España), Los obstáculos, Ed. Ágora, 1955

Cuando tú pronuncias tú

Cuando tú pronuncias tú,
no lo identifico conmigo,
parece un tú traído de muy lejos,
escuchado al fondo de una sala,
no el «tú» que yo soy y tú resumes en pronombre.
Si digo también
«tú»,
no conoces el tú mío,
que me refiero sólo a ti y no a más cosas.
En mis «tú» condenso todo lo que eres o aún no eres para mí.
No usamos los «tú» con certidumbre
de que sabremos quiénes somos detrás de nuestros nombres,
los que corroboran nuestros documentos, ésos no, los otros,
—el «tú» tuyo—
con los que nos designamos
cuando se desmoronan nuestras cáscaras
y los paisajes ya no importan tanto
y de verdad nos encontramos:
en los recovecos de un garaje
a la sombra de tu coche alto

Nuria Alonso. Grimaldi (1985, Madrid, España); Café con leche, por favor, Entrelíneas Editores, 2010

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