Recuerdas la playa

¿Recuerdas la playa?

¿Recuerdas la playa
Revestida de cristales amargos
Sobre los que
No podíamos caminar descalzos?
¿El modo en que
Mirabas el mar
Y decías que me escuchabas?
¿Recuerdas
Las gaviotas histéricas
Girando en el tañido
De campanas de iglesias invisibles
Y los peces como santos patrones,
El modo en que
Corriendo, te alejabas
Hacia el mar
Y me gritabas que te hacía falta
Distancia
Para contemplarme?
La nieve
Se apagaba
Enredada entre las aves
En el mar;
Con una desesperanza casi alegre
Yo miraba
Tus huellas en el mar
Y el mar se cerraba como un párpado
Sobre el ojo, dentro del cual yo esperaba.

Ana Blandiana (1942, Rumanía); Octubre, noviembre, diciembre (1972), Ed. Pre-Textos, 2017

A las órdenes del viento

A las órdenes del viento
Para todos los que sienten que no están al mando

Me habría gustado ser discípula de Ícaro.
Hubiera sido hermoso festejar
las bodas de Calixto y Melibea.
Me habría gustado ser
un hitita ante la reina Nefertari
el joven Werther en Río de Janeiro
la deslumbrante dama sevillana
por la que Don José rechazó a Carmen.
Yo quisiera haber sido el huerto del poeta
con su verde árbol y su pozo blanco
el inspector fiscal
con el que conversara Maiakovski.
Me habría gustado amarte. Te lo juro.
Sólo que muchas veces la voluntad no basta.

Raquel Lanseros (1973, España), A las órdenes del viento. Antología poética ampliada (2005-2015), Ed. Valparaíso, 2015

Ya es de noche en algún lugar

Ya es de noche en algún lugar

Ya es de noche en algún lugar,
alguien está sacándose las medias,
metiéndose en la cama,
tomando el último vaso de coca del día,
fumando la última seca del día
antes de lavarse los dientes,
sacándole la correa a su perro
después de llevarlo a pasear
por lo menos una vuelta a la manzana,
apagando el teléfono
o enchufándolo,
mandando un buenas noches
un te quiero mucho
un te extraño
un nos vemos mañana
un me gustaría dormir con vos
un tu lado de la cama está frío.
Ya es de noche en algún lugar,
alguien está cocinando para
la persona que más quiere
en el mundo,
partiendo los fideos
por la mitad
para que entren en la cacerola
mientras la salsa burbujea
en la otra hornalla.
Ya es de noche en algún lugar,
alguien está escribiendo un poema
para que oscurezca más rápido,
más temprano.

Valentina Varas (1991, Argentina);  De todas las cosas que nunca entendí siempre vas a ser mi favorita; Ed. Liliputienses, 2018.

Razones

Razones

                                                  «Bien está en otros sostenerse.
                                        Porque nadie soporta la vida solo.»
                                                                                         F. Hölderlin

Y porque estamos solos empezamos un verso.

Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.

Porque tenemos miedo miramos otras muertes
y en nuestra oscuridad encendemos un sol
de mediodía, inmóvil, que no se irá al ocaso.

Huyendo del dolor fatigamos el cuerpo
por calles de ciudades que nunca son la nuestra
de la mano de gentes que habitan en nosotros.

Porque tenemos prisa inventamos finales.
Porque nos falta el tiempo inventamos más tiempo.

Porque somos tan pobres no nos pesa apostar
lo poco que nos queda a este número incierto.

Porque somos humanos miramos a los dioses.
Porque no somos dioses jugamos a crear.

Irene Sánchez Carrón (1967, Cáceres, España); Porque no somos dioses, (Premio de Poesía «Hermanos Argensola» 1997), Editado por Gráficas de Barbastro, 1998

Inscripciones que faltan

Inscripciones que faltan

No figuran leyendas en los mapas
para señalizar
las descargas eléctricas
que rompen en la piel
o la tormenta zarca
de la que nacen unos prismáticos del cielo.

Solo se representa la intuición
de recorrer una vez más un campo
mutilado, sin este y sin oeste,
apenas luz y sombra como siempre en desorden.
No figuran leyendas en los mapas.
Por tanto habría que crear los signos
necesarios, plantar
un árbol que resista,
escribir coordenadas donde el deseo fuera
más alto que la muerte.

No hay lugar más desierto que lo que no se dice.

Raquel Vázquez (1990, Lugo, España); Aunque los mapas, Ed. Visor, 2020. XXXII Premio Loewe a la Creación Joven

No es verdad

No es verdad

No es verdad Blancanieves, los bosques de esperar
lenguas azules que nos despierten
al dolor de los pezones.
No somos elegidas
de los dioses para la transparencia:
ellos también son cuentos.
Porque la poesía,
igual que los sepulcros de cristal o ser mujer,
no será nunca un don.
No nos hace más nubes, ni más madres,
ni ha de encontrarnos siempre
trabajando.
A menudo, nos halla
menstruando, acariciando gatos sucios.
Sacando la basura.

Martha Asunción Alonso (1986, Madrid, España), Skinny Cap, Ed. Libros de la Herida, 2014. Su poesía ha recibido los siguientes premios: el Premio de Poesía Joven RNE (2015), el Adonáis (2012), el Nacional de Poesía Joven (otorgado por el Ministerio de Cultura, 2011) y el Premio Carmen Conde de Poesía Joven (2018).

Barro

Barro

Hasta la madre
se volvió barro,
un barro acuoso,
frágil y sin cocer.

Y quedé sostenida
por un latido desigual, pequeño.
Polivalente e incierta
como célula madre,
y aun así cada vez más definible.
Con un cuerpo mullido y nuevo,
un cuerpo que jamás pronunciará
un no li me tangere.

Camino ahora
con pies de barro,
desnuda, sólida y pluvial.

Gracia Aguilar (1982, Albacete, España); Libérame domine, Ed. Pre-Textos, 2018

Enséñame el camino que siguen las estrellas fugaces

Enséñame el camino que siguen las estrellas fugaces
o el camino que traza el rayo en su caída
o el de la lluvia
o el de los seres que despiertas con tu voz
y que se duermen cuando callas.
Enséñame el camino del deseo.
Enséñame a olvidar las huellas de mis pasos en la tierra.

Chantal Maillard (Bélgica, 1951); Hainuwele y otros poemas; Ed. Tusquets, 2009.