Nota ii

Nota II
                                                          sobre unos versos que nacieron
                                                                                                 espontáneos

A veces el poema es el objeto o don
y con más evidencia
pone de manifiesto ese propósito:
dar luz a una palabra
sin quitarle su magia
o ser depositario
de una visión o de un sentir
que toma cuerpo
en sílabas contadas.

Clara Janés (1940, Madrid); Vivir, Ed. Hiperión, 1983. Libro reeditado por Huerga & Fierro editores en 2006.

Creación

Creación

Dibujé una rosa nueva
en el papel de tu alma. ¡Cómo temblaste al sentir
el roce de mis papeles
sobre la hoja arrugada!

Muy despacio, fríamente,
incrustando en carne viva
el punzón de una mirada,
aboceté la estructura
de mis sueños en la página
que intentabas arrancar.

¡Rosa pura, forma anclada,
en la ribera flexible,
sin contornos, de tu alma!

Ernestina de Champourcín, La voz en el viento; Extraído de Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960), Ed. Visor, 2016)

Mutatis mutandis

Mutatis mutandis
                                        Recuerda que yo existo porque existe este libro,
                                        que puedo suicidarnos con romper una página.
                                                                    Luis García Montero

Porque puede, uno a veces
                                           se pregunta

 –como quien mastica una resaca
aún a medio sueño y ve pasar
la noche (dios, qué noche)
por el tamiz de una miopía
de chupitos y se arrepiente,
es un decir, de tener amigos–
decía que entonces uno piensa
–o algo parecido–  si este puñado
de salpicadas
                      líneas
                                horizontales
son la imagen de un cuerpo
vertical que busca re-
                                 conocerse.

Sara Alonso Palicio (1991, Asturias, España); Las costumbres vacías, Ed. Trabe, 2015 (Premio Asturias Joven 2014)

Poesía breve

Poesía breve

Manadas, bancos, hordas de deseos,
colmenas y rebaños, termiteros de lágrimas
que acaban en poemarios
que duran lo que dura una estampida.
Toneles, frascos, cucharadas de sueños,
bidones, tazas, bocanadas de angustia
que acaban en poemarios
que duran lo que dura un nescafé.

Vanesa Pérez-Sauquillo (1978, Madrid, España; extraído de (TRAS)LÚCIDAS. Poesía escrita por mujeres (1980-2016), Bartleby editores, 2016.

Vanidades banales

Vanidades banales

Soy un arlequín, un trapecista saltando al vacío,
la lluvia de abril huyendo de amores y mares baldíos.
Soy la mitad de las mitades que llevan tu nombre,
la escasa piedad que guardan los tristes
cuando recuerdan tiempos mejores.

Tú el pentagrama borrando las líneas,
en Clave de Sol provocando mi arritmia,
si hubiera tenido las luces de haber aprendido solfeo,
Morfeo estaría aturdiendo a otro reo en la noche.

Pero qué hacer ahora si esconden tus mangas
pinceles cual ases, pintando bocetos
de mi caricatura en lienzos feroces,
no toda luna nace sabiendo
cómo atraer en silencio a las fieras.

Tengo ganas de llorar espinas,
a ver si así crecen flores,
crucificar en mis labios tu iris,
descifrar los enigmas que invento en tus sueños.

Quizás ha llegado la hora
de enterrar el cadáver que habita estas páginas,
y hacerle justicia a cada palabra de odio o de amor
que pisó por nosotros los suburbios del infierno.

A veces me pregunto cómo pude resumirte en un poema,
el secreto está en utilizar metáforas
comparándote con la soledad, la muerte y la vida,
que vienen a ser lo mismo que tus ojos.

Lena Carrilero (1994, Córdoba, España); Amores cronofóbicos, Ed. Valparaíso, 2016

Cuadernos de un vencejo

Cuadernos de un vencejo

Un vencejo, de media, vive unos cinco años.
Un poemario recién
publicado se olvida en pocos meses.
En cinco años lleva ya muchos años muerto.
Sólo es un ejercicio
arqueológico el de quien recupera
de vez en cuando alguna de sus páginas.
Apenas una anécdota que ríe la memoria.
Mientras un año más
los vencejos cincelan sobre el cielo sus lunas.
Y las crías recitan, temblorosas,
un primer verso que con emoción
les cuelga desde el pico.
Antes de continuar
escribiendo, antes de seguir volando.
En los vencejos viaja la poesía
que se muere en nosotros.

 Raquel Vázquez (1990, Lugo, España);  Lenguaje ensamblador, Ed. Renacimiento, 2019

Ellas sí que te esperan

Ellas sí que te esperan…

Ellas sí que te esperan
ellas sí que regresan si las dejas volar
con tensa mansedumbre
van diciendo sus nombres
Cobijo
Lentitud
Vaivén
Entrega
Sometida Indeleble Guiadora
los pronuncian con miedo
—alguien ha maltratado
su humilde voz desnuda—
por eso les perdonas que callen tantas veces
que ninguna te diga cómo entraron en ti
por qué hueco insondable se abrió tu corazón
cómo burlan tu asedio
las cautivas
cuando husmeas a oscuras en sus nidos

Esperanza Ortega, (1953, España), Hilo solo, Ed. Visor, 1995