Mi primer biquini

Mi primer bikini  

Solo yo sé cuándo sobrevivimos.
Lo sé porque mis dedos
se transforman en lápices de colores.
Lo sé porque con ellos
dibujo en las paredes de tu casa
mujeres con rostro de epitafio.
Porque, a la caricia de la punta,
comienza el derrame de los cimientos
formando arco iris en la noche.
Porque, al escribir testamentos
en el suelo, se remueven las vísceras
de azúcar, y trepan tus raíces.

Grabo versos de colores fríos
en tu piel, de arquitrabe a basa,
y les llueve y los diluye, y compruebo
que la lluvia suena como hacen al caer
las canicas brillantes y naranjas
que cambiaba en el patio del recreo,
poco antes de calzar mi primer bikini.

Hoy guardo las canicas, como un apagado
tesoro, en los huecos de otras espaldas. 

Pinto también en la terraza de enfrente
un jardín de lápidas cálidas y hermosas.
Trazo como una medusa de bronce,
un paraíso de cadenas hendiendo en mantillo
el valle diminuto que proclama que es frágil
y sin embargo, dirás tú, sobrevive.

Elena Medel (1985, Córdoba, España), Mi primer bikini, Ediciones DVD, 2001 (Premio Andalucía Joven de Poesía)

Cuando éramos eternos

Cuando éramos eternos

Para Álvaro Álvarez Villamartín


Cuando éramos eternos
y los días no parecían tener un fin,
nos gustaba gastar las horas
sentados en la calle
charlando sobre el paso del tiempo y sus efectos.
Envejecer solo era el argumento romántico
de esta trama que llaman existencia.
Nombrábamos la vida
como si aún no hubiera nacido
ni tampoco fuéramos a morir.
Por alguna razón que no sabría explicar
sentíamos que estábamos a salvo.

Nos engañábamos, era obvio.
Sin embargo, jamás nuestra mirada
fue más franca que entonces.

José Gutiérrez Román (1977, Burgos, España); Material de contrabando, Ed. Difácil, 2020

Hace tiempo

Hace tiempo

A Nati y Jorge Riechmann

Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.
Sé que una vez, cuando era niña,
el mundo fue una tumba, un enorme agujero,
un socavón que se tragó a la vida,
un embudo por el que huyó el futuro.
Es cierto que una vez, allá, en la infancia,
oí el silencio como un grito de arena.
Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,
se me calló la sangre, como si de improviso,
sin entender por qué, me hubiesen apagado.
Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:
un asombro tan triste como la triste muerte,
una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.
Y un odio lacerante, una rabia homicida
que, paciente, ascendía hasta el pecho,
llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.
Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,
cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,
y yo estaba segura de que un día mi padre volvería
y mientras él cantaba ante su caballete
se quedarían quietos los barcos en el puerto
y la luna saldría con su cara de nata.
Pero no volvió nunca.
Sólo quedan sus cuadros,
sus paisajes, sus barcas,
la luz mediterránea que había en sus pinceles
y una niña que espera en un muelle lejano
y una mujer que sabe que los muertos no mueren.

Francisca Aguirre (1930-2019, Alicante, España), Pavana del desasosiego (Premio “María Isabel Fernández Simal” 1998), Ediciones Torremozas, 1999

Cuando la lluvia se ha ido

Cuando la lluvia se ha ido

Cuando la lluvia se ha ido
he salido descalza al exterior,
el olor a tierra mojada era tan intenso…
parecía que toda la montaña
latía con fuerza dentro de mi estómago.

He sentido entonces mi silencio emocionado
como un manzano mecido por la brisa.
Luego me he arrodillado y he estado comiendo tierra
hasta que dentro de ella he oído cantar a mis abuelos.

Julia Otxoa (1953, San Sebastián, España); La lentitud de la luz, Editorial Cálamo, 2008

Datos biográficos

Datos biográficos

Fue mi padre un hombre
alegre donde los haya.
Nació para pintar y eso hizo.
Nació también para disfrutar
y también hizo eso.
Amó en su vida varias cosas:
la pintura, la justicia
y a mi madre.
Tuvo tres hijas
y eso lo convirtió en un hombre feliz.
La tragedia de la guerra civil del 36
contribuyó a demostrar hasta qué punto amaba la Justicia.
Pasará a la posteridad como
un magnífico pintor republicano
al que la dictadura franquista
asesinó en 1942 por defender
a un Gobierno legítimo.
Mi infancia son recuerdos de sus cuadros,
sus canciones su risa su amor por mi madre
y algunas horas terribles
que recordar no quiero

Francisca Aguirre (1930- 2019, Alicante, España); Historia de una anatomía, Ed. Hiperión, 2010

Where is my man

Where is my man

Nunca te tengo tanto como cuando te busco
sabiendo de antemano que no puedo encontrarte.
Sólo entonces consiento estar enamorada.
Sólo entonces me pierdo en la esmaltada jungla
de coches o tiovivos, cafés abarrotados,
lunas de escaparates, laberintos de parques
o de espejos, pues corro tras de todo
lo que se te parece.
De continuo te acecho.
El alquitrán derrite su azabache,
es la calle movible taracea
de camisas y niquis, sus colores comparo
con el azul celeste o el verde malaquita
que por tu pecho yo desabrochaba.
Deliciosa congoja si creo reconocerte
me hace desfallecer: toda mi piel nombrándote,
toda mi piel alerta, pendiente de mis ojos.
Indaga mi pupila, todo atisbo comprueba,
todo indicio que me conduzca a ti,
que te introduzca al ámbito donde sólo tu imagen
prevalece y te coincida y funda,
te acerque, te inaugure y para siempre estés.

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Yesterday, Ed. Torremozas, 2000