Campos de tierra

Campos de tierra

Esto es Castilla,
mi cuerpo tan seco,
esta carne prieta y dura como alpaca,
levantada por leves lomas, colinas
modestas, algún apacible remanso.
Esto es Castilla,
los ojos oscuros color de barro,
la piel y las trenzas recias, pardas.

Vengo de la tierra del pan y del vino,
donde otros antes que yo
escondieron la cebada
que no saciaría su hambre ni su sed.
Soy nieta de emigrantes, carbón humano,
las entrañas unidas con alambre,
mujeres y hombres ceñidos de esparto
y entregados al delito del trabajo
manual. Ellos me levantaron el alma
con golpes de azada que aún retumban
en el amor áspero y tierno que me puebla
los surcos de las severas costillas.
En frágiles pasos de albarcas me han traído
para que un día yo soltara
las hoces de la siega, la esteva del arado
y cantara estos poemas;
me han colmado la boca de trigales,
me han confiado toda la luz,
la digna primavera de la maleza.

Soy de un hogar que se seca y se adhiere
como costra en los codos de la tez morena.
Soy de un hogar compacto hasta la grieta,
donde el roble solo sangra si lo partes.

Ay del agua oculta —dentro siempre dentro—
en nuestro pecho, quién oirá este canto
de labranza que cargo en las espaldas,
quién este ruido de savia entre los huesos.

Esto es Castilla,
y todos los árboles
que me brotan en hilera
señalan que debajo
fluye un río.

Maribel Andrés Llamero (1984, Salamanca, España); Autobús de Fermoselle, Ed. Hiperión, 2019 (Galardonado ex-aequo con el XXXIV Premio Hiperión de Poesía 2019).

Pedimos perdón

Pedimos perdón por los mares que no hemos descubierto, por los libros que no hemos leído, por las flores que no hemos observado.
Pedimos perdón por las sopas que no hemos calentado, por las despensas que no hemos repintado, por los cabellos que no hemos peinado.
Pedimos perdón por las mesas que no hemos ocupado, por las conversaciones en las que no hemos intervenido, por la historia en la que no hemos aparecido.
Pedimos perdón por nuestra ausencia en los asuntos importantes y por nuestra falta en los sucesos y por nuestra desaparición en los homenajes.
Pedimos perdón por los vestidos que hemos dejado de vestir y por las personas que hemos dejado de admirar.
Pedimos perdón por no haber medido el viento, no haber contado los granos de trigo, no haber memorizado la historia y no haber hecho inventario del vacío en ningún almacén.
Pero si no hiciéramos surf, ¿quién haría nada con la energía sin materia?
Hemos estado tan absortas atando cordones a las olas.
Pedimos perdón por no tener otra ocupación más práctica que bordar el filo del agua.
Pedimos perdón por no haber estudiado más palabras en los diccionarios para expresar mejor el estruendo de fondo.
Pedimos perdón pues es grave tanto vacío de acción.
Pero no pedimos perdón por lo que hemos hecho, por lo que sí hemos realizado.
Mejor estar en la orilla de los sucesos que en una tempestad que no nos corresponde.

Susana Barragués Sainz (1979, Bilbao, España); Surfing ecstasy, Ediciones Leteo, 2016

Kilómetro

Kilómetro

En la radio suena…

Aprendiendo a vivir
a coger en marcha el autobús.
Aprendiendo a leer
en los ojos de la multitud.
Aprendiendo a vivir
amando contrarreloj.
Aprendiendo a seguir
el compás de la imaginación.

Aprendiendo a vivir
 Hay autobuses que parecen las salas de espera de un hospital,
igual que hay estaciones que están cansadas de ver llegar gente
que luego nunca se queda.

Creo que deberíamos preguntarles a los trenes qué es lo que sienten,
porque me he dado cuenta de que a ellos tampoco hay nadie que los espere,
lo único que quiere la gente
es llegar a su destino.

Hay gatos que (sobre)viven en la calle
que desearían no tener que soportar las oportunidades
que les otorgan sus siete vidas.

Drogas que no querían hacer daño,
sólo necesitaban alguien que las necesitara.

Hospitales que lloran por las noches
por ver morir a gente,
lo que ellos querían era salvarles.

Tartas de cumpleaños que ven las velas
como espadas que las atraviesan.

Cuchillos que no querían hacer herida,
sólo querían ser aquello que corta la soga
y acabaron en alguna espalda.

Cementerios con complejo de floristería.

Edificios que querían ser hogar
y acabaron siendo cárcel.

Cárceles que son hogar.

Medicinas que no se venden en farmacias
y curan más que cualquier pastilla.

Y espero que entiendas
que en ningún momento he hablado
ni de autobuses,
ni de trenes,
ni de gatos,
ni de drogas,
ni de hospitales,
ni de tartas de cumpleaños,
ni de cuchillos,
ni de cementerios,
ni de edificios,
ni de cárceles,
ni de medicinas.

                                                     He venido a hablaros de personas.

Loreto Sesma (1996, Zaragoza, España) 317 kilómetros y dos salidas de emergencia, Ed. Espasa, 2015

Problemas de doblaje

Problemas de doblaje

En la toma perfecta, cuando el guion es bueno
y los actores fingen dignamente ser héroes,
el tiempo marca estrías, va apagando
uno a uno los focos y la banda
sonora se interrumpe.
Sensación de pantalla desgarrada
la insuficiencia siempre de vivir.
Qué frágil la película
que intentamos rodar en esas horas
para sesión privada y clandestina
en la pantalla interna de los párpados.
Un insípido tono pudoroso
de noche americana
en las irisaciones del deseo,
ni siquiera el siena matizado
del pasado incoloro nos acude.
Sueño de gabardinas
por calles satinadas de humedad,
labios muy densos, casi
negros desde la sala. Juventud,
cinta de celuloide erosionado,
un guión mediocre,
problemas de doblaje.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Problemas de doblaje, Ed. Rialp, 1990

Ya creciste

Ya creciste

Ya creciste,
ya tienes el armario ordenado por estaciones y
los libros colocados por autores.
Tus amigos te sonríen desde el corcho,
tienen los cuerpos prendidos con chinchetas
y no se quejan.
Hay una agenda sobre la mesa
-ahora es importante no olvidar jamás las cosas-,
las tapas de cuero,
las hojas con fechas,
las citas con el dentista, los exámenes,
el casero que viene dentro de dos días.
Productos para el cuidado del cabello en la bañera,
botecitos de crema para cuidar la corteza.

Ya creciste,
pero no sufras.
¿Acaso no crecen también los árboles
y no lloran?

Alba Flores Robla (1992, Madrid, España); Digan adiós a la muchacha, Ed. Rialp, 2017 (Pemio Adonáis 2017)

He intentado…

Vuelvo a oír el llanto
inclemente de la clepsidra.
La siembra de Selene.
Gerardo Guaza, 1961


He intentado
volver a hacernos una foto
como la del Lago Leman.
Pero no he podido.
Cuando hicimos esa foto
no habíamos discutido
ni una sola vez
y todo era perfecto
en la neblina.
Con el tiempo
nuestras bocas
han forcejeado
y han visto el azul
encendido
de la noche.
Hemos derramado
lágrimas y vida
en Valparaíso,
en Casablanca,
en Friburgo,
en Lausana.
Hemos hecho fotos
que han sepultado heridas
y puñales de agua,
hemos comprado imanes
para la nevera
y cuadros para nuestra casa.
Mi cámara persigue
la silueta de Ginebra,
y busca
en ti
una clepsidra
que robe el tiempo
y gota a gota
me lo devuelva.
Porque,
amado Lanzarote,
quiero volver
a hacer fotos
como esa.

Noemí Trujillo (1976, Barcelona, España); La muchacha de los ojos tristes. Poemas, homenajes y estrés; Parnasse Ediciones, 2011

Hojas naturales

Hojas naturales

… o el arraigo, escribir en un espacio idéntico
siempre, casa o desvío.
José M. Algaba

Arrastro por los cambios un lápiz,
una hoja, tan sólo de papel, que quisiera
como de árbol, vivaz y renaciente,
que destilase savia y no inútil tristeza
y no fragilidad, disoluciones;
una hoja que fuese alucinada, autónoma,
capaz de iluminarme, llevándome
al pasado por una ruta honesta: abiertas
las paredes cegadas y limpia
la historia verdadera de las pintarrajeadas
artimañas que triunfan.
Hoja y lápiz, para un oído limpio,
curioso y desconfiado.

Ida Vitale (1923, Uruguay), Poesía reunida, Ed. Tusquets, 2017.

Curva de lorenz

Curva de Lorenz

Estoy hablando por teléfono con un amigo. No hay nadie
en casa, puedo escucharlo bien.
Él vive solo hace un tiempo. Siento la caída de la vajilla
amontonada que seguramente no lava hace días.
Comenzamos a hablar de la teoría del caos
en un sentido romántico. Creo que los científicos
son mucho mejores amantes que los poetas.
Ni mi amigo ni yo somos científicos
aunque tenemos ese deseo. Él tiene un tatuaje
de la curva de Lorenz del efecto mariposa. A mí me interesa
su relación con la teoría del caos. Nunca estuve obsesionada
por la armonía perfecta, prefiero el accidente
y sus resultados. Mi amigo coincide. Quizás en la curva
entre aquí y allá, entre un no y un sí,
entre seguir y reventar, alguien montó un desorden
delicado para nosotros. El aleteo de una mariposa
puede producir tornados que tiren
toda nuestra ropa colgada.
¿Un mail o la foto de un árbol
puede cambiar nuestro futuro?
Lo que no esperamos parece hostil
si no tenemos fe en la ciencia.

Sofía de la Vega (1993, Argentina); La idea es vivir cerca pero no encima, Ed. Liliputienses, 2019.

Encarnamos un ser

VI

encarnamos un ser.
Existimos.
Y nuestro amor es posible
pese a las sotanas que enlodan el suelo,
pese a la publicidad que solo arroja luz
hacia un calvero del bosque,
pese al gusano de la intransigencia,
y al malecón del odio.
Este cielo de luz suave
nos conoce
y cuando ya no estemos
distinguirá en la tierra a nuestros hijos.
Somos parte de ellos,
y al revés.

Ariadna G. García (1977, Madrid, España); Ciudad sumergida, Ed. Hiperión, 2018

Esta voz que se enciende

Esta voz que se enciende
¡qué alegría delata!
en una flor
todas las flores
sobre la tapia limpia
ni un revés
¿canción?
arde aquí
no hay palabra
en una flor
todas las flores
el mundo ha recobrado
su anillo de verdor
rueda por el sendero que recorren
los deditos de oro
ha llegado la hora
ya están todas las flores
en una sola flor

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Como si fuera una palabra, Ed. Lumen, 2002