No es verdad

Cortesía. Roberto Castro

NO ES VERDAD

No es verdad Blancanieves, los bosques de esperar
lenguas azules que nos despierten
al dolor de los pezones.

No somos elegidas
de los dioses para la transparencia:
ellos también son cuentos.

Porque la poesía,
igual que los sepulcros de cristal o ser mujer,
no será nunca un don.

No nos hace más nubes, ni más madres,
ni ha de encontrarnos siempre trabajando.

A menudo, nos halla menstruando, acariciando gatos sucios.

Sacando la basura.


Martha Asunción Alonso (Madrid, España, 1986)

Porque a veces

Porque a veces
sumar resta

Porque a veces
restar multiplica

Porque uno más uno
pueden ser más que dos

Porque dos menos uno
puede ser mucho más
que uno

Antes:
tú y yo

Durante:
yo-tú – tú más tú – tú más yo

Después:
tú más o menos tú
yo más o menos yo

Aurora Tabar Inda; Poesía en el camino. Antología poética (2011-2014). Olmillos de Sasamón (Burgos), Editado por la Institución Fernán González, 2015

A ella la despidieron

A ella la despidieron

Por sacar de la farmacia las cremas más caras
y untarlas sobre las úlceras de los vagabundos.

Por dar de comer y beber a los animales que viven
dentro de los oboes y las tubas.

Por pintar esos trozos de paisaje que roban los barrotes
en las ventanas de los manicomios.

Por cambiar las monótonas canciones
de los semáforos para invidentes.

Por recoger los duendes de la lluvia
con máscaras de esgrima.

Por deslizar galletas debajo de las puertas
a los chicos castigados en el orfanato.

Por imantar el almacén
de la fábrica de armas.

Por volver a unir, a escondidas, los eslabones
de los péndulos de los zahoríes.

Por regalar unas gafas de eclipse
a la niña que se enamoró del sol.

Por arrullar y acariciar
a las reses del matadero.

Julio Mas Alcaraz (1974, Madrid, España); El niño que bebió agua de brújula; Ed. Calambur, 2011.

Este conocido temblor

Este conocido temblor
de las hojas con la brisa y este verde
de abril como un vómito
en la luz. Suficientes
aún las antiguas palabras:
no percibe el cadáver
dulzura ni calor y sí, en cambio,
el silencio y el frío,
puesto que se percibe lo que se es.
Discontinua vivencia, porque todas
aquí somos iguales
. Como mirlos
y mirlos esbeltos en el canto y en el negro
intercambian sonidos:
acepta la vida, el acorchamiento
de la vida, desecha
la vieja hybris, nada
pierde quien muere, nada gana
tampoco. Es nítido
el sonido tras la lluvia,
se percibe ahora el tren
con violencia veloz, el obsesivo
zureo de palomas.

Olvido García Valdés (1950, España), Caza nocturna, Ed. Ave del paraíso, 1997