22 de febrero

                      Estos días azules y este sol de la infancia
                                                                  Antonio Machado

La poesía es azul
aunque a veces la vistan de luto.
Viento del sur escultor de cipreses
ahoga la tierra honda de dolor y de rabia.

Abel Martín, conciencia en desbandada
pájaro entre dos astros
nombrador primigenio de las cosas.
Juan de Mairena íntegro
espejo limpio donde se refleja
el rostro que tenemos de verdad.

Nos dejaste la vida
la palabra fecunda
la desnudez, la brisa.
Nos dejaste las hojas y el rocío
el mar
las instrucciones
para aprender a andar sobre las aguas.

Y después te marchaste.
Mejor dicho: te echaron a empujones.
Siempre molestan los ángeles perdidos.

Dicen que desde entonces en Collioure
no ha dejado jamás de ser invierno.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Croniria, Ed. Hiperión, 2009

Encuentro con poseidón

Encuentro con Poseidón

Enflaquece la tarde y los bañistas
abandonan despacio las hamacas
dejan atrás la orilla lánguida de espuma.

Sola sobre la arena como un fantasma de oro
mi cuerpo hipnotizado por el viejo clamor del oleaje
que susurra todos los secretos del mundo.

Cabalgando las olas sobre caballos blancos,
emerge sobre el agua la belleza.
En su torso desnudo viven rayos de tiempo.
No dice nada, mientras cada recodo de mi piel se aviva.
No digo nada, es inútil fingir o enaltecerse frente a un dios.
Tras el tridente, sus ojos de ascua me impulsan a besarlo.
Se ahogan los destellos mortecinos del día, yo lo beso.

Luego lo veo alejarse
como siempre se aleja todo lo que brilla.

Los dioses son más antiguos que el océano.
Más antiguos que el genio y que la muerte.
Yo no soy más que tierra y me quedo en la tierra.
Así de irremediable: ni la vista concibe ni el lenguaje captura.
Pero hay algo sin sombra ni adjetivos
que arde dentro de mí como un beso del mar.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Matria, Ed. Visor, 2018

Entonces me besaste

Entonces me besaste

Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente,
por estirar sus márgenes y unirlos
al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada
con el rumor sagrado de la vida.

Tú me mirabas colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.

No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
de que estamos creados.
Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.

Solo quien ha besado sabe que es inmortal.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Croniria, Ed. Hiperión, 2009.

Un joven poeta recuerda a su padre

Un joven poeta recuerda a su padre

Ahora ya sé que pasé por tu vida
como pasan los ríos debajo de los puentes
-indiferentes, turbios, orgullosos-,
con la trivialidad desdibujada
de las pequeñas cosas que parecen eternas.

Muchas veces lo obvio
se oculta tras un halo de extrañeza,
tras la costumbre lenta, indistinguible
del aura fugitiva de las vivencias únicas.
Es difícil saber
que la belleza abrupta del vivir cotidiano,
tan desinteresada de sí misma,
nacida sin clamor ni pretensiones
es en esencia tan mágica y rotunda
que resulta imposible de imitar a propósito.
Y es aún más difícil
comprender que la fiesta de las cosas sencillas
casi siempre termina
mucho antes que la voluntad del festejado.

Inmóvil vi pasar ante mis ojos
el desfile callado de tu vida
con tus sueños cansados en otoño,
tus alegrías de puertas para adentro
y tus desvelos discretamente cálidos.
Creo acertar si digo
que nunca te di nada que no fuese
un préstamo a mí mismo.
Te pedí, sin embargo, tantas cosas.

Hoy, inmóvil de nuevo, asisto inerme
a este desfile amargo de tu ausencia
mientras mi corazón -dividido y atónito-,
comienza a descubrirque la vida va en serio.

Te recuerdo. Hace frío
y el frío me devuelve
aquella forma tuya tan sutil
de ofrecerme a la vez un corazón errante,
la suerte en un casino de Las Vegas,
la lluvia indescifrable del desierto,
los versos de Machado en un suburbio.

Ahora ya sé que pasé por tu vida
indolente y confiado, -sin asombro-,
como suelen vivir todos los hombres
que no conocen todavía la pérdida.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Los ojos de la niebla, Ed. Visor, 2008. Extraído de 20 con 20. Diálogos con poetas españolas actuales; Ed. Huerga & Fierro, 2016

Bécquer y el rock and roll

Bécquer y el rock and roll

                                      I know it’s only rock’n’roll
                                                  But I like it
                                                    The Rolling Stones

Tú también has tenido doce años.
Tú también reconoces
el temblor de la piel abriéndose camino.
Has vivido el incendio de los ojos
que ven la intensidad por vez primera.

Es invierno. Mis dedos infantiles
empujan su avidez contra un poema.
Detrás está un muchacho con perilla
y ojos interminables de soñador sensual.
Las palabras me trepan por el pecho
como hormigas hambrientas…
De pronto, un golpe seco
dentro de la conciencia.
Igual que cuando escucho un rock’n’roll.

La región más extensa de significado.
Poesía es lo contrario de la muerte.
Esta certeza súbita de lo desconocido.

Quizá sea solamente rock’n’roll
pero me gusta.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Leyendas del promontorio, Colección de poesía Encina de la Cañada, Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada, 2005

Sigue doliendo españa

Sigue doliendo España
Me duele España
Miguel de Unamuno

Esta tierra febril que castra y sueña,
promontorio de néctar y de azufre,
este sol de occidente tan antiguo
que alumbra igual la pena que la gloria.

España mía, al borde de tus páramos
las amapolas gritan el nombre de mil muertos.
¡Despierta, madre! Y dime dónde están
los hijos de los hijos de tus mejores hijos.

Yo que te amo, te juro que aborrezco
el hedor de tus aguas estancadas.
Te miro desde mí para saber qué somos.

Veo estiércol sobre trigo,
miel pisada,
condena y estrechez
luz de candiles.
Sin embargo, aquí abajo,
resistiendo al cerrado y sacristía,
veo también cipreses y naranjos,
horizontes y sed de calendario.

Veo a Lorca, veo a Velázquez, veo a Machado,
Miguel Servet, Quevedo, Garcilaso,
Larra, Picasso, Hernández, Rosalía,
Ramón y Cajal, Séneca, Espronceda,
Isaac Peral, Gaudí, Goya, Cernuda,
Cervantes, Calderón, Severo Ochoa.

Eso es España. Más allá, el vacío.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Esta momentánea eternidad. Poesía reunida (2005-2016), Ed. Visor, 2016

Reclamación

Reclamación

Me hablas como si fuera yo quien decidiese.
Como si mi existencia
junco en llamas
tuviera algún poder sobre la realidad.
Mi humilde voluntad no suma más
que otro grano de arena en la alta duna.

Piensa un minuto en mi insignificancia.
¿He decidido que hoy sea el vértice del tiempo
como de agua es el río y de idea la palabra?
No me culpes del curso de la naturaleza.
Como tú, soy su fruto. A su pulso me debo.

Te olvidé ya hace tiempo.
No hay nada que añadir
aunque el lenguaje apenas aclare los finales.
Es inútil culparme y más aún pretender
que un recuerdo caliente igual que un cuerpo.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Matria, Ed. Visor, 2018

Fantasmas o pretextos

Fantasmas o pretextos

yo era una adolescente con talle de estilete
y la noche encendida sujeta en el cabello
en aquel tiempo solía encaramarme al lomo de tersura de los amaneceres
el envés de la brisa me ceñía
los gallos elevaban al cielo sus plegarias

yo era resuelta y nueva
el futuro era entonces
una extensión sin límite ni fondo ni custodios

no había sentido aún temor del propio miedo
ignoraba
la coacción del dolor
no sospechaba la desolación que acecha en la ternura
ni las brasas que nacen de la intrepidez
ni el fraude prematuro de la inmortalidad

aún los estambres de mi corazón
ese pobre inocente metido a profeta
mantenían intacto el carmín sobre el alma

yo no sé en qué momento la oportunidad
se va volviendo una nube de escombros
ni cuándo lo ligero empieza a ganar peso

solo puedo decir que llega un día
inesperado y áspero
en que las viejas fuentes ya no sirven
para saciar la sed

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Matria, Ed. Visor, 2018

El vínculo

El vínculo

Es cierto, nos dijeron muchas veces
que la vida es un juego peligroso.
No la vida de pétalos y estambres
que acunó nuestra infancia. Esta otra vida
la de las colas y los formularios,
la auténtica existencia, nos dijeron.

En aquel tiempo teníamos nosotros
los ojos rebosantes de futuro
y una impresión confusa del amor.

Qué poco sospechábamos entonces
la lección desasida para la libertad
como un pacto sagrado: la invención de uno mismo.
Y no es casualidad que la raíz
etimológica del término invención
signifique el encuentro. El mismo encuentro
mantenido en la eterna inmensidad del tiempo
contra todo pronóstico.
Como hiciera Penélope.

Hoy hemos aprendido que ser libres
significa luchar, imponerse al destino,
intercambiar sin miedo las identidades.
Y quizá recordar
que los dioses tiranos desoyeron a Ulises.

Los mismos que tampoco nos oirán a nosotros
el día que decidamos olvidarnos.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Croniria, Ed. Hiperión, 2009.

Lluvia

LLUVIA

No basta con ser libre.
No basta con tener derecho a serlo.
Un pueblo necesita voces que lo cohesionen,
mensajeras valientes del instante,
reflejos constelados del sueño colectivo.
Hacen falta palabras que construyan
el frágil edificio del destino común,
capaces de alumbrar en la caverna
el retrato preciso de quien queremos ser.

De vez en cuando nace
una voz transparente, insobornable,
tibia como el sabor de una promesa.
Entonces escuchamos la melodía del agua
y al fin nos damos cuenta
que está lloviendo a cántaros.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); de La acacia roja (2008), extraído de Sin ley de gravedad. Poesía reunida (2005-2022); Ed. Visor, 2022.