Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Ana Rossetti

Where is my man

Where is my man

Nunca te tengo tanto como cuando te busco
sabiendo de antemano que no puedo encontrarte.
Sólo entonces consiento estar enamorada.
Sólo entonces me pierdo en la esmaltada jungla
de coches o tiovivos, cafés abarrotados,
lunas de escaparates, laberintos de parques
o de espejos, pues corro tras de todo
lo que se te parece.
De continuo te acecho.
El alquitrán derrite su azabache,
es la calle movible taracea
de camisas y niquis, sus colores comparo
con el azul celeste o el verde malaquita
que por tu pecho yo desabrochaba.
Deliciosa congoja si creo reconocerte
me hace desfallecer: toda mi piel nombrándote,
toda mi piel alerta, pendiente de mis ojos.
Indaga mi pupila, todo atisbo comprueba,
todo indicio que me conduzca a ti,
que te introduzca al ámbito donde sólo tu imagen
prevalece y te coincida y funda,
te acerque, te inaugure y para siempre estés.

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Yesterday, Ed. Torremozas, 2000

Se penso come ho speso male il mio tempo

Se penso come ho speso male il mio tempo…
(Si pienso cómo he malgastado mi tiempo…)

Le envié mensajeros
con gardenias, bombones
y libros de poemas; telegramas
diciéndole: te quiero,
y todos los domingos, cuando se despertaba,
hice sonar su disco favorito.
Yo creí muy romántico ocultar mi remite,
y que el desinterés una fórmula fuera
de amar refinadísima
–y quizá, dado el caso, la única posible–.
¡Qué pérdida de tiempo!
Alguien con él comparte
mis ramos, mis pasteles y mis rimas,
y no me extrañaría –puesto que son anónimos–
que encima se jactara de elegir mis envíos
y pagarlos.
Ahora cada domingo,
me sé de sobra cuándo se despiertan
y no pongo la música.
Bajo a la portería, pulso el timbre
y no paro hasta que los interrumpo.

Ana Rosetti (1950, Cádiz, España), Yesterday, Ed. Torremozas, 1988

Nightingale

Nightingale

«Cada palabra es una herida mortal.
Debo tener cuidado».
Jorge Díaz

Noche, palabra mía henchida de sucesos
La aflicción, el vacío, la muerte, la tiniebla
avivan en tus sílabas sus temores y ansias.
Extenuado nombre, fatigada corola,
para caer de ti como cansino pétalo,
o hundirse en tus confines, abiertos, afilados,
beso ardiente, última sensación,
locura extrema.
Noche, noche, amor mío,
¿es que acaso me atreveré a saltar
traspasada de ti hasta la muerte?
Lengua: nupcial espada.
Apenas te mencione, convocadas estrellas
insistirán solícitas mostrando el desvarío
de tus ojos vibrátiles.
Oh noche, qué incitante, qué turbadora eres;
madre devoradora, acercas tu regazo,
y cómo quiero huir, cómo desertar quiero
de tus lágrimas ávidas, cómo intento esconderme
de tus manos, oh noche, mi tristeza.
Y quizás seas la única, la palabra final
que todo amor explique. Y el estremecimiento.
Y el magnífico instante que ni aún la memoria
más fiel y enamorada consiente en repetir.
Noche, tristeza mía, todavía es posible
que te llame, y me abreve en el láudano amargo
que destilan tus letras. Que a tu herida entregue
y a tu abismo, mi tristeza, mi noche,
todavía es posible.
Oh noche mía, acaso… acaso te amaría.

A James Forestal, que se arrojó al
vacío antes de terminar de escribir
la palabra “ruiseñor”, es decir,”NIGHTingale”

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Indicios vehementes (Poesía 1979-1984), Ed. Hiperión, 1998

Stella matutina

Stella matutina

“Ad noctis hujus caliginem destruendam indeficiens
     perseveret”.
                                      Pregón pascual

Pues mañana
no se abrirá en mi puerta la mañana,
ni acudirán tus pasos al filo de mi sueño,
ni se desprenderán de los ojales dóciles
botones nacarados,
ni indagará la prisa de tus dedos
más allá del embozo, pues mañana
no habrá en mi boca labios,
ramillete de menta, buenos días.
Ni mejilla adentrándose en mi escote,
ni llamas enroscándose en mis pechos,
ni presurosos besos, en tropel, por el alba,
ni tus brazos.
Pues en vano, mañana,
el metálico brillo de la última estrella
prorrogará su aviso en el cielo aún blanco.
Tú no vendrás mañana a despertarme

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Yesterday, Ed. Torremozas, 2000

Without you

Without you

Tan fácil olvidarte como que Abril no exista.
Tan fácil amainar,
en el panal de tul de los visillos,
la súbita fragancia de la noche
como atajar tu piel; como retrocederla
hasta el peldaño último del último recuerdo.
Sustraerme, tan fácil, de este anhelante gozo
al descubrir tu olor en el tabaco,
la pana, o la vainilla.
Aminorar, tan fácil, de mi sangre el incendio.
Tan fácil olvidarte.
Tan fácil impedir que los magnolios nieven.

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Indicios vehementes (Poesía 1979-1984), Ed. Hiperión, 1998

Aclaración

Aclaración

La poesía dice: tú o yo. Pero no habla de ti o de mí.
Dice tú o yo, pero es tú y yo y él y ella
y todos y cada uno nosotros,
pues en cada pronombre hay una suma.

Multitud de identidades se comprenden
en la aparente y apaciguadora singularidad.

La poesía dice yo, tú, él, ella…
y a todos y a cada uno de nosotros nos designa
borrando los contornos de las almas.

Todos y cada uno
somos incluidos y explicados.

Todos somos a la vez ella, él, tú y yo.

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Llenar tu nombre, Bartleby Editores, 2008

Hubo un tiempo

Hubo un tiempo

Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.

Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Los devaneos de Erato, Ed. Prometeo, 1980

Por qué mi carne no te quiere verbo

Por qué mi carne no te quiere verbo

Por qué mi carne no te quiere verbo,
por qué no te conjuga, por qué no te reparte,
por qué desde las tapias no saltan buganvillas
con tus significados
y en miradas de azogue no reverbera el sol
dando de ti noticia,
ni se destapan cajas con tu música
y su claro propósito,
y ningún diccionario ajeno te interpreta.
Por qué, por qué, Amor mío,
eres mapa ilegible,
flecha desorientada,
regalo ensimismado en su intacto envoltorio,
palabra indivisible que nace y muere en mí.


Ana Rossetti (1950, Cádiz, España), Punto Umbrío, Ed.Hiperión, 1995

© 2025 Poemancia

Tema por Anders NorenArriba ↑