Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Mª Victoria Atencia

Como un roce en sus labios

Como un roce en sus labios

Que alguien pase mis páginas, pues que debo perderme
en la oscura raíz de mi arboleda. Puedo
escuchar cómo gime el silencio, y ya soy
solo un roce en sus labios, aunque el escribidor
de versos solo sea alguien que habla de cosas que no entiende.
Que me recorra un soplo, y pueda yo alcanzar
—sin que quizás me entienda— a escribir cada día
una línea distinta para inventar la vida que me falta,
y me aprenda, y me olvide, pues me sé de memoria después de tantos años.
No deteriora el tiempo la belleza:
la perfecciona en otra manera de hermosura.

Mª Victoria Atencia (1931, Málaga); De pérdidas y adioses, Ed. Pre-Textos, 2005.

Trance de la lluvia

Trance de la lluvia

Es la lluvia, hijo mío ꟷy un lejano relámpagoꟷ,
lo que hace cimbrearse las cumbreras del techo.

Se arrebujan los juncos en la débil orilla
mientras el agua acrece el caudal del arroyo.

Pero sigue en tu sueño. Porque lleva mi nombre,
tu barco de papel salvaré del naufragio.

Mª Victoria Atencia (1931, Málaga, España); Trances de Nuestra Señora (1986). Extraído de Una luz imprevista. Poesía completa; Ed. Cátedra, 2021.

Epitafio para una muchacha

Poema recitado por la poeta Ángela Serna

Epitafio para una muchacha

Porque te fue negado
el tiempo de la dicha
tu corazón descansa
tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron
tu vestido más rico
y la tierra no supo
lo firme de tu paso.

Aquí empieza tu siembra
y acaba juntamente
ꟷtal se entierra a un vencido
al final del combateꟷ,
donde el agua en noviembre
calará tu ternura
y el ladrido de un perro
tenga voz de presagio.

Quieta tu vida toda
al tacto de la muerte,
que a las semillas puede
y cercena los brotes,
te quedaste en capullo
sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido
floral de primavera.

Mª Victoria Atencia (1931, Málaga, España); Arte y parte (1961). Extraído de Una luz imprevista. Poesía completa; Ed. Cátedra, 2021.

Noviembre

Noviembre
                                                                A Juan Bernier

Oigo crujir tus hojas y vuelvo a estremecerme,
memoria de noviembre con la fruta en los labios,
pervertido jardín que hollé una vez, descalza,
y en el que, de rodillas, llevé mi frente al suelo.
Tengo el leve recuerdo de un sollozo y mi nombre,
y fielmente el del hueso, áspero, cautivo.

Mª Victoria Atencia (1931, Málaga, España); La llama en que arde, 1988. Recogido en la antología: Como las cosas claman (Antología poética 1955-2010), Ed. Renacimiento, 2011.

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