Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Piedad Bonnett

Canción

Canción

Nunca fue tan hermosa la mentira
como en tu boca, en medio
de pequeñas verdades banales
que eran todo
tu mundo que yo amaba,
mentira desprendida
sin afanes, cayendo
como lluvia
sobre la oscura tierra desolada.
Nunca tan dulce fue la mentirosa
palabra enamorada apenas dicha,
ni tan altos los sueños
ni tan fiero
el fuego esplendoroso que sembrara.
Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); De círculo y ceniza, Ediciones Uniandes, 1989

Leyéndote

Leyéndote

Este libro sin marcas es todo lo que poseo de ti
(yo que creí poseerte)
otra cosa no tengo
ni un papel con tu letra angulosa
ni un fetiche de veras
– un mechón de tu pelo al que pueda rezarle
o una caja de huesos donde brillen tus uñas como diez lunas muertas-
y ni siquiera una fotografía que pudiera yo hincar con alfileres
o “esa ropita tuya” olorosa de ti de la que habla Juan Gelman.
Solo este libro desnudo en sus márgenes
que leo con mis deseos que toco con mis ojos
donde te busco como si contuviera
solo lo que callaste
lo que ya no dirás a mis horas vacías
duras y lancinantes como un colchón de piedras.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); Poesía reunida, Ed. Lumen, 2016

Cicatrices

Las cicatrices

No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); Explicaciones no pedidas (XI Premio Casa de América de Poesía Americana), Ed. Visor, 2011

Agujero negro

Agujero negro

Olvidándome voy en este vago cuerpo
Luis Cernuda

¿A dónde va el deseo
cuando no sabe dónde posarse?
¿Qué rumbo toma
después de estar girando como cometa loca
que no renuncia al cielo
ni quiere desprenderse de la tierra?
A alguna parte habrá de ir con su brío de guerra,
con su sed y su dulce quemadura.
A otro ha de encontrar para incendiarlo,
y enceguecerlo,
y dejarlo como una estrella muerta que en su médula lleva
(como una maldición)
el destello de luz de la memoria.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); Las herencias, Ed. Visor, 2008

Vuelta a la poesía

Vuelta a la poesía

Otra vez vuelvo a ti.
Cansada vengo, definitivamente solitaria.
Mi faltriquera llena de penas traigo, desbordada
de penas infinitas,
de dolor.
De los desiertos vengo con los labios ardidos
y la mirada ciega
de tanto duro viento y ardua arena.
Abrazada de sed,
vengo a beber de tus profundos manantiales,
a rendirme en tus brazos,
hondos brazos de madre, y en tu pecho
de amante, misterioso,
donde late tu corazón como un enigma.
Ahora
que descansando estoy junto al camino,
te veo aparecer en cada cosa:
en la humilde carreta
en que es más verde el verde de las coles,
y en el azul en que la tarde estalla.
Humilde vuelvo a ti con el alma desnuda
a buscar el reflejo de mi rostro,
mi verdadero rostro
entre tus aguas.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); De círculo y ceniza, Ediciones Uniandes, 1989

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