Esta es la gran tragedia del poeta:
el poema es el fósil de la poesía.
Ejemplo: ningún perro nos miró
jamás desde ningún verso.
Ejemplo: si se acerca la oreja al poema
comprobaremos que no respira.
Ejemplo: ni el mar ni las nubes leen.

Por eso las musas son espíritus
atravesados por un alfiler.
Y el poema, un amigo que te grita
desde la calle que salgas a jugar.
Es el billete de barco
que te promete salitre
y la posibilidad del delfín.

Diez años de poeta solo enseñan
que en los poemas no llueve.
Pero cuando afuera caiga la primera gota
tú, lector, la saludarás con familiaridad.
El poeta pretenderá que fue él
quien te presentó la lluvia.
Tú sabes que lo único que hizo
fue que desearas empaparte hasta los huesos.

Aunque luego seamos poeta y lector
de esos desagradecidos que usan paraguas.

Ana Pérez Cañamares (1968, Santa Cruz de Tenerife, España); La senda del cimarrón; Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020