Mechas
Estoy sentada
con las piernas abiertas,
la cabeza entre ellas.
La peluquera esponja
mis rizos húmedos,
con delicadeza y ternura.
Sus manos ásperas y largas
son las manos redondas
y suaves de mi madre
peinando mis coletas
para ir al cole.
Recuerdo a Safo
trenzando flores
en el cabello
de su pequeña Cleide.
Y lo que dijo
mi esteticién
cuando posó sus dedos en mis cejas:
“qué poco acostumbradas
a que nos toquen”.
Miro mis uñas rojas,
uñas de gata,
que recorto intentando
que se vuelvan retráctiles
y duelen de tan afiladas.
El miedo, la distancia
con la que nos tocamos.
Sacudo
mi nuca estremecida
por la ternura de la peluquera.
Gracia Aguilar (1982, Albacete, España); Libérame domine, Ed. Pre-Textos, 2018
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