Por eso donde muere la voz
nace el poema:
ese preciso lugar
en el que yace un suspiro.

Por eso escribimos aquello
que no puede ser dicho:
ese íntimo secreto
cosido a la piel
del poema.

En este papel que te acoge
al tiempo que te expulsa,
permaneces libre
palabra.

Sigo escribiendo
desde una inmensa necesidad
de silencio, desde la necesidad
de apropiarme de las palabras
para que, mías, puedan volar
en libertad.

Ángela Serna (1957, Salamanca, España); De eternidad en eternidad, Ediciones La Palma, 2006