Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

octubre2023 (Página 1 de 6)

Ecce femina

Ecce femina (III)

«A woman in the shape of a monster
a monster in the shape of a woman»
Adrienne Rich

una mujer anda suelta
se echa a la calle
y derriba la noche
bebe el alquitrán a lengüetazos
indómitos de fiera desamada
zamarrea el asfalto
despedaza enamorados
frecuenta tentaciones
depreda voluntades
animal rabiando en pos de la ternura
una mujer muerde las carnes
por instinto de amor

Tina Suárez Rojas (1971, Las Palmas de Gran Canaria, España), Una mujer anda suelta, Edita Ayuntamiento de Torredonjimeno (Jaén), 1999. Premio Internacional de Poesía “Gabriel Celaya” 1999

Cada tarde la misma canción

Cada tarde la misma canción

cuando los niños se iban a sus casas
yo me sentaba bajo el muro del rompeolas
con los brazos cruzados
esperando a que subiera la marea,
esperar era mi juego

las babosas negras brillaban para nada
los gritos de mi madre brillaban para nada

con la espalda apoyada en el muro
sentada tercamente sobre la arena negra
y sin apartar la vista del horizonte
yo esperaba detener la marea.

Isabel Bono (1964, Málaga, España); Lo seco, Bartlby Ediciones, 2017

Flamenco

Flamenco

De la tierra,
esa música viene de la tierra,
viene de la contienda, del asalto,
del oscuro atropello
de las arterias del planeta.
Viene de la preponderancia del fuego,
del confuso lenguaje de los yacimientos,
del desconsuelo de los minerales.
Esa música es ciega como las raíces
y es terca como las semillas.
Sabe a tierra como la boca de un cadáver.
Viene y es de la tierra:
redobla la geología.
Esa música es parda como la corteza,
compacta como los diamantes.
No dictamina:
solo muestra la voraz certidumbre de lo vivo,
el vértigo que va desde el sustrato
a la calamidad que grita.
Esa música narra el agujero
que delata en los hombres su ascendencia.
Esa música es todo ese agujero,
un sordo abismo que reclama
la primer soledad,
lo primer llanto en la primera noche.

Francisca Aguirre (1930, Madrid, España); La otra música, Ediciones de Cultura Hispánica, 1978. Extraído de Detrás de los espejos (Antología 1973-2010), Ed. Bartleby Editores, 2013

Llueve

Llueve

En esta tarde llueve, y llueve pura
tu imagen. En mi recuerdo el día se abre. Entraste.
No oigo. La memoria me da tu imagen solo.
Solo tu beso o lluvia cae en recuerdo.
Llueve tu voz, y llueve el beso triste,
el beso hondo,
beso mojado en lluvia. El labio es húmedo.
Húmedo de recuerdo el beso llora
desde unos cielos grises
delicados.
Llueve tu amor mojando mi memoria
y cae y cae. El beso
al hondo cae. Y gris aún cae
la lluvia.

Vicente Aleixandre (1898, Sevilla- 1984, Madrid, España): Poemas de la consumación; Ed. Plaza & Janés, 1978. Con este libro ganó el Premio Nacional de la Crítica en 1969. Le concedieron el Premio Nobel de Literatura en 1977.

Cavar una fosa

Cavar una fosa.

Cavar una fosa.
Edificar una casa.
Sobre las ruinas de las ruinas,
ahora y siempre por los siglos de los siglos,
la vida siempre en obras.
Un basurero atesora
la indiferente memoria de los días.
Quién reciclará nuestros despojos,
quién regalará fascículos
con nuestra colección de instantes,
qué teletipos darán noticia
de la simulación de un sueño,
quién archivará cuidadosamente nuestros nombres
y hará el penúltimo inventario,
en qué autopista o hiperespacio habitaremos.

Qué Internet hacia Dios por si lo escucha.

Entre derribo y derribo,
cavar una casa,
edificar una fosa.


Amalia Iglesias (1962, España), Dados y dudas, Ed. Pre-Textos, 1996

Contemplación del dolor

Contemplación del dolor

Su gran dolor de madre era visible
a través de las gafas empañadas:
un soplo de fatiga en esos ojos
distantes, infinitos, desarmados.
Al lado, su marido, muy nervioso,
trataba de mirarla y sujetarla;
silenciosos testigos esparcidos
exhalaban el vaho del horror.
La niña, sobre el suelo, degollada,
era un canal de doce cicatrices,
un animal sin piel, desnudo y rojo,
una belleza horriblemente dulce.
La madre se acercó como volando,
despavorida, con las alas altas,
se quitó su camisa blanca y leve,
y envolvió las caderas de la niña.
El asesino, con gafas de sol,
desde el otro lado del patio, la miraba.

Isla Correyero (1957, Cáceres, España); Mi bien. Ed. Visor, 2018

El puente

El puente

 En un gesto trivial, en un saludo,
en la simple mirada, dirigida
en vuelo, hacia otros ojos,
un áureo, un frágil puente se construye.
Baste eso sólo.

Aunque sea un instante, existe, existe.
Baste eso sólo.

Circe Maia (1932, Uruguay); Transparencias. Antología poética, Ed. Visor, 2018

Paraguas

Paraguas

Paseo por la tarde de un sábado sin viento
mientras la lluvia cae lo mismo que los ríos
cuando se quiebra el cauce y el agua se desploma.

Tengo el cuerpo caliente, seco aún
bajo el frágil cobijo de una techumbre negra
de tela muy tensada con delgadas varillas.

Qué débiles las cosas que a veces me protegen
de todo lo salvaje, del aullido del mundo,
qué estrechas las ideas que pongo ante la nada.

Bajo un simple paraguas veo caer la lluvia.
¿Su violento sinfín es una fantasía?
¿O es la ilusión la cueva, sentirme protegido
cuando todo se encuentra a la intemperie?

Marcos Díez (1976, Santander, España); Desguace, Ed. Visor, 2018. XLIV Premio Ciudad de Burgos

Gotas

Gotas

La primera gota cayó
con el injusto desprecio infantil de un profesor en el colegio,
la segunda gota cayó
de la mano que quise tenderle a mi padre, pero que me negó,
la tercera gota cayó
al ver a través de una pantalla, a un niño de mi edad agonizando,
la cuarta gota cayó
cuando caí en la cuenta de que solo era un prisionero del tiempo,
la quinta gota cayó
cuando alguien peor que yo, me humilló y me hizo creerle,
la sexta gota cayó
cuando mis primeros ojos enamorados recibieron indiferencia como respuesta,
La séptima gota cayó
cuando juzgaron el interior de mi corazón sin ni siquiera abrirlo,
la octava gota cayó
cuando corrí a saludarla después de años y al darse la vuelta era otra,
la novena gota cayó
cuando mi hermano me abofeteó, con un comentario tan hiriente como exacto,
la décima gota cayó
cuando conté un secreto íntimo a alguien que resultó ser mi enemigo,
la undécima gota cayó
cuando me convencí de que quien debía protegerme me estaba robando,
la duodécima gota cayó
al darme cuenta de lo poco que nos queda entre nacer y morir,
la decimotercera gota cayó
cuando mi hermana se fue sin ni siquiera poder despedirse,
la decimocuarta gota cayó
cuando aquel verano fue otro invierno y aquel invierno, otro invierno,
la decimoquinta gota cayó
cuando llegué a aquella estación concurrida pero no había nadie para recibirme,
la decimosexta gota cayó
al correr hacía lo que creía que era una isla y darme cuenta de que era una hoguera,
la decimoséptima gota cayó
por la nostalgia de no estar siendo quien quisiera ser,
la decimoctava gota cayó
al perder otro tren que salía con retraso.

Así el vaso de la vida se va desbordando,
algunos no lo soportamos,
y todo lo que deseamos es salir de nosotros mismos,
como sea…
Vamos achicando el agua del vaso.
Con terapias, con pastillas, con deporte.
Con sexo, con relación de amor y posesión,
como sea…
vaciando el vaso
hasta que nuevas gotas caen
y caen
y caen.

Nach (1974, Albacete, España), Hambriento, Ed. Planeta, 2016

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