Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

noviembre2024 (Página 1 de 3)

Modo de empleo

Modo de empleo

Estuve al borde del cinismo.
Afilé mis palabras,
cultivé alusiones,
desgrané tristezas.
Casi pensé
que era importante un gesto impenetrable
y hacer como si el dolor fuera asunto de risa.

Pero no.

Hay que acariciarse los ojos.

También nosotros necesitamos amor para ser valientes.

Laura Casielles (1986, Asturias, España) Los idiomas comunes, Ed. Hiperión, 2010 (Este libro ganó el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal y el Premio de Poesía Joven Miguel Hernández en 2011)

Bajo la lluvia

Bajo la lluvia

¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.
Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

(Juana de Ibarbourou, Las lenguas de diamante, 1919)

Debería haberme aflojado la conciencia

Debería haberme aflojado la conciencia
no tengo edad para estrecheces
ni para el insomnio que me produce la injusticia.
Debería vestirme de mayor
y cuidar no me contagien la alegría
los que aún la conservan.
Debería hacerme un seguro
por si vivo lo suficiente
a pesar de tragar tanto veneno.
Debería dejar de hacer el amor
no vayan mis nietos a descubrirme
y me pidan consejo.
Debería dejar la pancarta de oponerme
al sistema por sistema
y a sus aberraciones.
Debería hacerme cómplice de los que ganan
para comer con ellos la sopa boba
en lugar de hacerme una de sobre.
Debería dejar de escribir poemas
que nunca verán la luz en Hiperión
ni estarán en la lista de los elegidos.
Pero dejar estas cosas,
ahora que empiezan a gustarme,
me jode tanto…

Begoña Abad (1952, Villanasur del Río Oca, Burgos, España); Cómo aprender a volar, Ed. Olifante. 2012. Extraído de Diez años de sol y edad (Antología 2006-2016), Ediciones Pregunta, 2016

Lo que vale una vida

Lo que vale una vida

Estoy en esa edad en la que un hombre quiere,
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.

Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje y la casa.

Hasta ahora he vivido perdido en el mañana,
-seré, seré, decía-, o en el pasado -he sido
o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba.

Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva. 

Rafael Juárez, Lo que vale una vida, Ed. Pre-textos, Valencia, 2001

Parecían buenas personas

Sirenas nadando en el limo
burbujeando en el anverso
de títeres de celofán movidos
por tendones de pollo desechados.

Al fondo del paisaje, borroso,
un hombre lanza discursos
sobre un perímetro acordonado
con laca de uñas.

Sube el volumen del llanto
de la mujer que tiembla bajo el cuchillo
y se le apagan los ojos desencajados
mientras sube al marcador otro gol de Ronaldo,
mientras se anuncia ácido hialurónico en la pancarta,
mientras alguien se enguaja los dientes
con un licor de hierbas.

El equipo forense toma café en una terraza
después de haber firmado la autopsia.

A los ojos redondos y entrevistados
de los vecinos,
todos los asesinos
siempre les parecían buenas personas.

Francisco Pérez (inédito)

Mi educación

Mi educación:
no desees nada demasiado
no te vanaglories ante nadie
-mucho menos de ser feliz-
no sueñes sueños imposibles
-tampoco sueñes la posibilidad-
no rías demasiado alto
no enfades a los dioses
-no creas en ellos ni en sus premios
aunque estarán ahí para castigarte-
no llores delante de los otros
-la tristeza es otra forma de ser presuntuoso-
no te aferres pero no te sueltes del todo del pasado
no te emborraches sin sufrir por la resaca
no te menosprecies
esperando compasión
no luches
todo está perdido desde siempre.

Y ahora sal al mundo, sostente, sé un ejemplo.

Ana Pérez Cañamares (1968, Santa Cruz de Tenerife, España); De Las sumas y los restos, Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2019

No has leído amor mío

¿No has leído amor mío,
en NOVEDADES:

CENTINELA DE LA PAZ
GENIO DEL TRABAJO
PALADÍN DE LA DEMOCRACIA
EN AMÉRICA
DEFENSOR DEL CATOLICISMO
EN AMÉRICA
EL PROTECTOR DEL PUEBLO
EL BENEFACTOR…?

Le saquean al pueblo
su lenguaje.

Y falsifican las palabras
del pueblo.

(Exactamente como el
dinero del pueblo)

Por eso los poetas
pulimos tanto un poema

Y por eso
son tan importantes
mis poemas de amor.

Ernesto Cardenal (1925-2020, Nicaragua); Epigramas, Ed. Tusquets, 1978

La mujer herida

La mujer herida 

Solamente si alguna vez amaste
               con uñas y con dientes
                sin red
                 sin salvavidas
aciertes a entender el vértigo insondable
que se extiende a los pies del desengaño.

Ella creyó encontrar la fuente del principio
cuando lo conoció, en medio de la tierra,
                  sin más escudo que su piel de hombre
          bruñida por el sol igual que el oro viejo.

Lo amó sin precipicios ni preguntas
tiernamente, en silencio
   con esa gratitud voluptuosa
      que provoca la lluvia en primavera.

Todo era tan sencillo.

Los versos inflamados de poetas infinitos
parecían seguirla a todas partes
   como si el corazón se hubiera convertido
                                en un fiel animal domesticado.

Porque no existe nada que perdure
una noche aprendió, como tantos lo hicieran
antes y después de ella,
que el amor es un río con cataratas propias
                                                  y remansos ajenos
que siempre desemboca en el océano.

Míralo de este modo: la vida te ha enseñado
siguiendo su costumbre de incansable maestra
   cómo el alma dibuja
       serenas cicatrices sobre viejas heridas.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Los ojos de la niebla, Ed. Visor, 2008

Alguna vez pensé

Alguna vez pensé
que se puede rehacer la vida,
lentamente,
y volver a ilusionarse
como la primera vez.

Pero no se puede.

Porque la segunda vez
el pasado es una zona de plagas,
donde el monstruo de Leviatán
se come
el corazón de la medianoche.

La segunda vez,
aunque quieras, no eres virgen;
hay separación de bienes
y palacios de noche,
ídolos caídos
y algunos escarmientos.

La segunda vez
la hierba crece
más despacio,
las noches están llenas
de discursos ingenuos
y Alicia ya no viene
a visitarte
cuando te miras
en el espejo.

La segunda vez
hay hijos que no son tuyos
y luz de viento entre los pinos.

La segunda vez
todo está hecho,
esperas más
y sueñas menos
y la música huye
con colmillos de lobo.

La segunda vez,
no sabes qué hacer
con el miedo.

Noemí Trujillo (1976, Barcelona, España); Un lugar con nieve. Antología Poética (2008-2015), Ed. Playa de Ákaba, 2015

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