Sin importancia alguna baja así, agua del cielo. Llega exacta, vistiendo prontitud y luminosidad última en su ser húmedo. Hacia la tierra, anónima esperanza de los áridos cuerpos, llega así este pretil de calma extrema y transparencia líquida. Y será aquí, en la tierra, donde esta claridad busque cobijo desde su cadenciosa tentativa del aire. Y será desde el suelo, aquí, donde la imagen es sonido y el cansancio palabra, desde donde hallará la vertical tendencia a su caída y la grandiosidad del amplio cielo.
Pedro Gascón (1997, Albacete, España); Las mudas soledades; Chamán ediciones, 2017.
¿Detrás de qué torcida curva del camino se perdieron los días azules? En este tiempo de lluvia y huracanes el sol de la infancia
. He despertado he vivido el día y el agua sigue cayendo terca sobre la casa. Uno ama la lluvia y recuerda cuando ella venía con sus pequeñas manos a pintar el verde tras el verano ahora en cambio se queda como huésped indeseable se emborracha de sí misma y nos agrede a manotazos.
Ya no hay quien silencie la estrepitosa rebelión del paisaje bucólico el fin de los días azules el sol relegado a la memoria de la infancia.
Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Estos días azules y este sol de la infancia. Poemas para Antonio Machado, Ed. Visor, 2018.
¿Se hieren y se funden? Acaban de dejar de ser la lluvia. Traviesas en recreo, gatitos de un reino transparente, corren libres por vidrios y barandas, umbrales de su limbo, se siguen, se persiguen, quizá van, de soledad a bodas, a fundirse y amarse. Trasueñan otra muerte.
Ida Vitale (1923, Uruguay), Reducción del infinito, Ed. Tusquets, 2002
Desde hace más de un siglo llueve sin tregua. La carretera que va a Dios está cortada y las autoridades ordenaron cerrar los aeropuertos.
Mientras escribo versos para nadie, miro por la ventana: hay basura flotando por la acera ꟷruedas de coches, sillas, frigoríficos…ꟷ y brazos que se hunden en la espiral del agua. Enferman en sus cajas, sin abrirse, los grandes libros que podrían salvarnos. Sigue lloviendo sin pausa en la ciudad, como si todo fuese culpable.
(¿Se ha hecho dogma la lluvia? ¿Ha roto el hombre un vínculo sagrado? ¿Por qué huelen a muerto mis palabras?)
Yo no sé si podremos resistir un día más.
José Mateos (1963, Cádiz, España); Cantos de vida y vuelta; Ed. Pre-Textos, 2013
En el atardecer, después de la lluvia, el sol acariciaba las piedras de la antigua ciudad de una especial manera, con un profundo y triste y natural amor.
Y al mirarnos supimos que éramos conscientes de aquel minuto prodigioso, de aquella intensa belleza inestable.
Eloy Sánchez Rosillo (1948, Murcia, España); Maneras de estar solo; Ed. Rial, 1978. Premio Adonáis 1977
No basta con ser libre. No basta con tener derecho a serlo. Un pueblo necesita voces que lo cohesionen, mensajeras valientes del instante, reflejos constelados del sueño colectivo. Hacen falta palabras que construyan el frágil edificio del destino común, capaces de alumbrar en la caverna el retrato preciso de quien queremos ser.
De vez en cuando nace una voz transparente, insobornable, tibia como el sabor de una promesa. Entonces escuchamos la melodía del agua y al fin nos damos cuenta que está lloviendo a cántaros.
Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); de La acacia roja (2008), extraído de Sin ley de gravedad. Poesía reunida (2005-2022); Ed. Visor, 2022.
Eres un verdor tranquilo de una lluvia anaranjada entre las nubes, que la calma, eres como un pájaro -tús alas como estrellas- tú siempre retomando amigo amor amigo mío verdad tranquila entre mis ojos
recuerdo mío sueño de mí ahora que por fin te reconfortan mis poemas y mi voz se te hace dulce como un niño ahora amor tú eres mi llanura eres una risa en aquel bar lleno de flores ahítas de verano y eres mi calor profundo desde el cielo.
Y me dices que se acerca presuroso ardiente si tú quieres y desnudo; yo preparo una fogata por si ajena la luna se destiñe de mirarnos y necesitas una luz o una escalera yo aquí estoy amor dormido entre resquicio de bondad que permanece atado entre tu vientre y la vereda.
Foto de Asís G. Ayerbe
Juan Gallego Benot (1997, Sevilla, España); Oración en el huerto, Ed. Hiperión, 2020. Poema extraído del periódico Diario de Burgos (sábado, 8 de febrero de 2020). El poemario es el ganador del II Premio de Poesía Joven Tino Barriuso.
Ahí era marzo, de no sé qué año, pero un marzo bulímico de poemas bajo cero y violines sin corcheas, con la boca mediootoño medioinvierno.
Estaba yo sentado sobre una cicatriz, sobre el corpiño de una herida, mirando hacia un lado donde estábamos tú y yo, mirando al otro – en mi vida yo-sin-ti.
La comparación atroz de una imagen frente a la otra, la vida diferente, la puerta de salida.
Solo faltaba una cosa: convencerme definitivamente de que frente a ti solo sería un campesino esperando la lluvia en el país de la sequía.
Marwán (1979, Madrid, España); Una mujer en la garganta, Ed. Planeta, 2021.
Un honor estar en tu Blog estimado maestro.