Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

agosto2024 (Página 1 de 4)

Apenas te pienso

Apenas te pienso 

(“Ni de ponerme un nombre te acordaste…”
Amalia Bautista)

Apenas te pienso
y ya te he olvidado.

Ni de dejarme
un gesto te acordaste.

Si no fuera por la cicatriz
de tus últimas palabras
diría que te inventé.

Pero tu voz
sigue doliéndome
bajo los guantes negros de lana.

Por eso, apenas te pienso
y ya te he olvidado.

Ángela Serna (1957, Salamanca, España); Del otro lado del espejo (tríptico), Grupo poético Espinela, Colección Candela de Poesía, 2000.

Lo que pudo haber sido

Lo que pudo haber sido

¿Dónde vives cuando no te pienso?
En los cuadernos.
En los bares de tapas de las calles del sur.
En las fachadas de las catedrales.
En las casualidades.
En lo que fue, en lo que pudo haber sido.
Hoy es fin de semana, pero parece una mazmorra.
Hazme un hueco en tu domingo, en el mío hace frío.

Nerea Delgado (1993, Valencia, España); Los pájaros sabrán, Ed. Valparaíso, 2018

Infancia

Infancia

Soñaba el corazón…
¡Oh sueños de la escuela!
Concha Méndez

Calles estrechas,
balón,
cristales rotos,
la rodilla escociendo sobre el suelo,
última fila en clase,
solitarias vocales buscando consonantes,
los números en serie bajo las uñas sucias
y un nombre escrito en todos los cuadernos,
en todas las paredes,
sobre tu propio aliento en el espejo,
tu mano en el alféizar alimenta a los pájaros
mientras repites
que España limita al norte con el mar Cantábrico
y alguien te clava espigas
en el jersey de lana.

Irene Sánchez Carrón (1967, Cáceres, España); Ningún mensaje nuevo, Ed. Hiperión, 2008. XII Premio Internacional de Poesía “Antonio Machado”, Baeza

Palabras de mármol

Palabras de mármol

Cada palabra que escribo
cada palabra que callo,
me acerca más a la muerte
de la que todavía escapo.

Cada silencio que otorgo,
cada sueño que duermo,
me lleva más al borde de la nada
en la que todavía no acampo.

Palabras,
palabras de tinta,
de plata, de aire, de agua.

Palabras,
palabras de siempre,
de ahora, de nunca, de mármol.



Palabras de mármore

Cada palabra que escribo,
cada palabra que calo,
achégame máis á morte
da que aínda escapo.

Cada silencio que outorgo,
cada soño que durmo,
lévame máis aínda á beira da nada
onde aínda non acampo.

Palabras,
palabras de tinta.
de prata, de ar, de auga.

Palabras,
palabras de sempre,
de agora, de nunca, de mármore.

Montserrat Villar González (1969, Ourense, España); Tierra en mármol y ternura/ Terra en mármore e tenrura. Antología/ Antoloxía; Ed. Lastura, 2016.

El poema “Palabras de mármol” cantado por Andrés Sudón

Nunca es tarde para empezar de cero

Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.

Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua que no ibas a beber.

Nunca es tarde para romper con todo,
para dejar de ser un hombre que no pueda
permitirse un pasado.

Y además
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lágrimas de gigante vencido
y de pronto la puerta no es un error del muro
y la calma no es cal viva en el alma
y mis llaves no cierran y abren una prisión.

Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora
quiero vivir
para contarlo. 

Benjamín Prado, (Madrid, 13 de julio de 1961) Ya no es tarde, Ed. Visor, 2014

La lírica del viaje

La lírica del viaje

Nunca fue la belleza en un poema
lo que busqué, era cosa de inermes mujeres.
Primero creí en la metafísica y en la entelequia,
desaprobé todo lo que no tuviera aristas,
pero el poema críptico cada vez hacía más aguas,
poesía a la deriva y siempre la forma,
la Sacra Forma.
Fue cuando llegué a lo cotidiano,
después a lo intrascendente,
y por último descendí por las escaleras
al nightclub de las vanidades.
Perdida la complejidad, todo era atraco narrativo.
De nuevo a la deriva y ya con demasiados cumplidos
no estaré por descubrir de críticos ávidos
de joven poeta desechable,
poesía de intencionado abuso,
nada valgo si entro en años y sobrepeso.
Como gato escaldado me adentro
en el uniforme a rayas del eclecticismo,
desgastadas todas mis zapatillas de esparto,
quizás sin paisaje definido ahora
todo esté por descubrir.
Al fin la lírica del viaje.
Y llegados a lo cursi
de la metapoesía, seguiré aquí,
de pie, hasta que acabe
con la palabra, o ella conmigo y mis días,
pero ¡cuidado! tengo un revólver de subasta
que perteneció –dicen– a Hemingway.

Balbina Prior (1964, Córdoba, España); En los andenes de la Era Heisei, Ed. A la luz del candil, 2002

Planchando las camisas del invierno

Planchando las camisas del invierno

Cuando la primavera dio su tercer aviso,
ya en junio.
Cuando los días se volvieron
definitivamente azules
y la luz dulce se expandió
interminable
como las margaritas del jardín,
salpicando en el césped las manchas
amarillas y blancas de su vestido limpio.
Cuando la primavera vino para quedarse
y la sierra se desnudó a lo lejos,
ella
estaba en el salón, abierta la ventana,
respirando cierta tristeza,
como quien gana y pierde al mismo tiempo,
viendo brillar la tarde, al paso de los años,
antes de que el verano nos aplaste,
suavemente estirando las arrugas
del corazón,
planchando las camisas del invierno.

Ángeles Mora (1952, Córdoba, España), Ficciones para una autobiografía; Bartleby Editores, 2015

Cómo

¡CÓMO decirte, después de ocultar las flores del desierto,
que me tiemblan las calles y los juncos
de tanta palabra naufragada
o mimar estas verjas, celosías
de castillos antiguos como el aire!
¡Cómo cambiar baúles de memoria
y muñones de tiempo sin espiga
por dos litros de viento huracanado
con los que perfumarte la cabeza
y ungirte oasis en vientres arenosos!

María Ángeles Pérez López (1967, Valladolid, España); Tratado sobre la geografía del desastre, Editado por la Universidad Autónoma Metropolitana de México, 1997

Invocación

Invocación

Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo,
de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme los cantos de sirenas,
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.
Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Diario de un destello, Ed. Rialp, 2006. Extraído de 20 con 20. Diálogos con poetas españolas actuales; Ed. Huerga & Fierro, 2016

Un cuervo en la ventana de Raymond Carver

Un cuervo en la ventana de Raymond Carver

Para Erika

Nadie se posa en el alféizar —son veintiocho años
de espacio adolescente—,
pero qué ocurriría si el pájaro sobre el que he leído
en todos los poemas
se colara por el patio de luces y asomara
por el alféizar de mis veintiocho años,
un pájaro,
mi habitación adolescente.
Y qué ocurriría si yo escribiese aún
—si me preguntan, respondo que ya no—
y un pájaro cualquiera, ninguno de los pájaros sobre
los que haya leído en todos los poemas,
un cuervo o una de las palomas negras que asoman en la
oficina,
interrumpiese en la escritura
como el que se posó en la ventana de Carver.
¿Ganaría su lugar en el poema?
¿Dejaría de ser pájaro?
Alza el vuelo. Ya no hay
habitación en el alféizar.

Elena Medel (1985, Córdoba, España), Chatterton , Ed. Visor, 2014

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